Artículo de opinión de Óscar Izquierdo, presidente de la Federación Provincial de Entidades de la Construcción de Santa Cruz de Tenerife
Ayer se celebraron las elecciones Autonómicas y Locales, por cierto, teníamos ganas de acabar, hartos de tanta parafernalia política, hueca y llena de humo, que veníamos padeciendo desde hace meses. A partir de ahora, empieza la siguiente etapa, llena de rumores, encuentros, reuniones de pasillo y también de secreteo, para converger de alguna manera en pactos de gobierno, con el fin de empezar una nueva Legislatura.
Ha sido una campaña fea, engañosa, diríamos que enredadora, es más, la verdadera definición es de mentirosa. Los candidatos han sido superficiales, bastante atrevidos e ignorantes en sus promesas, sabiendo perfectamente, que la mayoría son incumplibles, primero, por la propia carencia de capacitación y preparación académica o profesional para desempeñar cargos con mucha exigencia, es la mediocridad que brilla en todo su esplendor; segundo, porque se han puesto metas estrafalarias, o como diría Valle Inclán, «esperpénticas»; tercero, porque no hay una Administración Pública eficaz que avale fehacientemente la puesta en marcha de los proyectos, ideas o compromisos adquiridos; cuarto, porque no hay propuestas novedosas, sino las de siempre y encima se repiten cada cuatro años, por cierto, nunca cumplidas, y por último, porque los ciudadanos somos más listos y espabilados que los propios políticos, que en su vanagloria y vanidad, se ciegan y se creen lo que ellos mismos dicen, por lo tanto, alguna tontura tienen algunos o la mayoría de ellos.
Ahora a esperar la toma de posesión de los distintos gobiernos en la Comunidad Autónoma, Cabildos y Ayuntamientos. Habrá sorpresas, cambios, repeticiones, nada nuevo. En unos sitios, sonrisas de oreja a oreja, alegría desmedida, abrazos pegajosos y espera ansiosa por saber qué le toca a cada cual en el reparto del poder. Los suéldologos, aquellos que viven exclusivamente de la política como única profesión conocida, están con los nervios disparatados, ya que su nivel de vida dependerá del cargo a ocupar. En otros lugares, llantos de niños, como si estuvieran esperando ansiosamente el biberón que no llega, ni vendrá, por lo menos en los próximos cuatro años. Estar en la oposición es demasiado triste, se pasa mucho frío e indigencia, es sufridora y muy envidiosa.
Mientras tanto, todo paralizado, esperando que se estabilice la situación política, pero cuidado, que si a lo anterior sumamos que empieza el verano y después, casi inmediatamente, tenemos unas nuevas elecciones, quiere decir que el año 2023 ha sido hasta ahora y lo será al final un periodo perdido. Mientras tanto, todo por hacer, nada por acabar y mucho por ejecutar. En la Administración Pública, todo se detiene, bueno, tampoco es una excepción, porque es lo habitual en su comportamiento diario.
Te dicen que hasta que no haya nuevo gobierno, hay que esperar para tomar decisiones. Así que hasta ya entrado el próximo año 2024, es cuando podríamos tener una tranquilidad, serenidad, naturalidad, calma y orden, que de todo necesitamos urgentemente. Fíjense que podríamos calcular que hasta dentro de doce meses vamos a vivir en una interinidad permanente, incertidumbre alarmante y puesta en escena de la política en su versión fallida.
De lo dicho, creemos que la mejor conclusión que podemos sacar y perdón por mencionar podemos, que ha sido sin intención, es que la política y a los que a ella se dedican en este país, con sus grotescas, estrafalarias formas y comportamientos, son una verdadera enfermedad, que exige una curación inmediata, que pasa por una vuelta al espíritu de la Transición, a saber, el consenso, acabando con el presente frentismo, la arrogancia y el populismo, que sólo genera pobreza material, social y ética.