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Un caso de asociacionismo en la pesca de litoral en Tenerife

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José Ramón León Herrera. Profesor de Economía y Organización de Empresas Marítimas. Universidad de La Laguna
Referencia histórica a las traineras de la Playa de San Marcos. Orígenes, características y organización

El próximo día 11 y jueves 12 de este mes de diciembre se van a celebrar unas jornadas en la Sociedad Centro Icodense sobre la playa de San Marcos de Icod, dentro del ciclo que está siendo llevado a cabo sobre las fiestas de la ciudad. Por lo que hemos visto, las jornadas están yendo más allá de la propia fiesta, y se están tratando aspectos que son de nuestro máximo interés. Por un lado, esbozos sobre la historia de los barrios, relatos, recuerdos, leyendas y anécdotas y, por otro, el homenaje a sus gentes.

Se ha solicitado por los organizadores mi participación en la mesa de estas próximas jornadas que, por razones evidentes, no he podido rehusar. Se va a hablar de nuestra playa, de nuestra cala, de la leyenda e historia de este espacio tan especial  que, no sabemos bien por qué, forma parte tan intensa de nuestras querencias. Excluiremos la realidad actual, que no es asunto para este foro de sentimientos.

Se hablará de nuestras gentes, que son lo más íntimo y querido que la vida nos ha deparado, y más cuando muchos ya se han ido. Se va a hacer un recuerdo y homenaje a nuestras mujeres: abuelas, madres, tías y parientes, que en la playa de San Marcos todos lo somos. Mujeres a las que no solamente les debemos la vida, sino también el reconocimiento a un esfuerzo vital, con una cesta en la cabeza, tan fuera de lo común hoy en día que en retrospectiva resulta increíble.

A pesar de un cierto temor de lo que nos pueda deparar el sentimiento a flor de piel, participaré en el evento en prueba del reconocimiento que les debemos, en lo que también se insertaron en su momento unos trabajos que escribí hace ya casi treinta años sobre las traineras de San Marcos, un peculiar sistema organizativo del trabajo de la pesca. A pesar de su carácter más bien técnico, entiendo que pueda ser de algún interés. Estos trabajos fueron escritos con el sentimiento y la idea siempre presente del tremendo esfuerzo que representaban aquellas labores, que llegué a conocer, para nuestros poco reconocidos pescadores. Hacia ellos también va nuestro recuerdo y amor, que el tiempo nunca borrará.

Agradezco a El Periódico de Ycoden Daute esta publicación y espero que ayude a la difusión de los actos del próximo miércoles y jueves en el Casino de Icod de los Vinos.

Introducción

Este trabajo trata sobre una especie de asociacionismo temporal entre pescadores que se da en algunos núcleos pesqueros de la isla de Tenerife, cuyo objeto es la captura de determinadas especies pelágicas costeras (Santos, 1982) mediante la utilización del arte de cerco de la traiña1.

Tomaremos como referencia las asociaciones que se establecieron en el Puerto de San Marcos, en Icod de los Vinos (Tenerife) que desaparecidas hace algunos unos, nos ofrecen un modelo original, no perturbado por innovaciones introducidas posteriormente en otros lugares, cuyo estudio será objeto de posteriores trabajos.

Desde el punto de vista cuantitativo, la entidad de estas organizaciones debe catalogarse de modesta, siguiendo la tónica general de pesca de litoral en Canarias2 (Eyser, 1979), pero sus peculiaridades organizativas las hacen, para nuestro particular interés, extremadamente atractivas y dignas de tratamiento.

Por otro lado, la importancia social que tienen sobre su entorno, y el haber surgido y tomado carta de naturaleza en un medio socio-cultural tan reacio a toda forma de asociación, como es el ámbito pesquero local canario (Galván, 1982), acrecientan tal interés.

Subyace, además la idea de la posible implantación, o recuperación donde haya desaparecido, de esta forma de producción pesquera. En unos momentos de sobrepesca evidente de la mayoría de las especies de nuestro litoral, la utilización del arte de la traíña permitiría una recomendable diversificación en las capturas, y el aprovechamiento de unos stocks excedentarios, no explotados en muchos lugares, que desaparece casi exclusivamente como consecuencia de su mortalidad natural3.

El arte de la traíña

La traíña, arte de cerco de la modalidad de jareta4 se usa, normalmente de noche y con luz artificial, para la pesca de especies pelágicas: sardina, caballa, chicharro, anchoa, etcétera. En Canarias también se pesca la boga, aunque ésta no sea propiamente una especie pelágica.

La forma de calar5 este arte consiste en realizar un cerco con la red en torno a los cardúmenes de pescado, que previamente han sido localizados y concentrados. Una vez completado el cerco, la red se cierre por su parte inferior, formándose un gran embudo dentro del cual queda confinada la masa de pescado, sin escapatoria posible.

Para la localización y concentración de los cardúmenes se utiliza la luz artificial. Se aprovecha con ello el fototropismo positivo del plancton que sirve de alimento a estas especies, que en la oscuridad se siente atraído por cualquier foco luminoso. Unas embarcaciones llamadas luceros6 van dotadas de unos dispositivos que emiten una potente luz a la que acude el plancton y, detrás, el pescado. Este se concentra bajo la luz, lo que permite su posterior cercado y captura.

La embarcación tradicionalmente utilizada con el arte de la traíña es la trainera. Los significados de ambos términos -traíña y trainera- han sufrido curiosas evoluciones como consecuencia de su adaptación a realidades distintas de aquella de la que son originarlos7.

En Tenerife, y más concretamente en el Puerto de San Marcos, ambos términos se confunden. Su uso se generaliza y cuando se habla de traína o trainera, se hace referencia no sólo a la red o al barco, sino también a toda la estructura física y organizativa de este modo de producción. Igualmente se llama trainera a la unidad económica de producción, que tiene la particularidad de coincidir con otra unidad económica: la empresa armadora.

Origen de las traineras o traíñas del puerto de San Marcos

Las traineras del puerto de San Marcos, inician su actividad en los primeros años de la postguerra. Son introducidas por armadores -que a la vez ejercían de patrones- procedentes de Santa Cruz de Tenerife y del sur de la isla. Estos hombres buscaban nuevos caladeros no explotados, pero sobre todo nuevos mercados no saturados.

El norte de la isla, zona netamente agrícola y densamente poblada ofrecía por entonces un mercado desabastecido y virgen para la venta de las capturas de las traineras, pues los puntos de desembarco de estas especies se concentraban en la zona sur y en la capital.

Téngase en cuenta que un producto tan perecedero como el pescado, con alto grado de caducidad -especialmente las especies de referencia- con medios de conservación Inexistentes y con las deficientes comunicaciones terrestres de la época, no podía ser transportado, en las debidas condiciones, desde largas distancias. Los puntos de origen del suministro tenían que estar necesariamente cerca de los lugares de consumo.

Por todo esto, la llegada de las traineras al Puerto de San Marcos fue muy beneficiosa para toda la amplia comarca del noroeste de la isla, especialmente para su campesinado, carente, en aquel período de auténtica penuria, del necesario aporte proteínico en su dieta, y, por tanto, constituía un excelente demandante de un producto que le resultaba económicamente asequible.

Inicialmente, los armadores/patrones vinieron acompañados de algunos pescadores conocedores de la forma de operar este arte, pero pronto fueron totalmente sustituidos por pescadores locales, que asumieron el nuevo sistema y, perfectos conocedores de su entorno, realizaron las adaptaciones necesarias para la acomodación de esta modalidad de pesca a las características físicas y meteorológicas de su zona, mucho más duras que las de los caladeros del sur de la isla, de donde procedían.

Igualmente, la titularidad de las empresas pasó a armadores locales, pero, al contrario de otros lugares, en San Marcos los nuevos armadores no fueron los propios pescadores sino personas inicialmente ajenas al sector.

La razón de este fenómeno hay que buscarla en la nula capacidad de ahorro e Inversión del pescador local, consecuencia del auténtico nivel de subsistencia en que se encontraba la pesca en el norte de Tenerife, lo que unido al inexistente apoyo institucional y a la escasa consideración social que sufría el colectivo, hacia impensable la posibilidad de afrontar la relativamente importante inversión de capital.

Sólo años después, y con ahorro procedente de la emigración venezolana, a la que se debe con total exclusividad la redención económica y social de esta comunidad de pescadores, pudo alguno de ellos acceder a la propiedad de alguna de estas empresas.

Características y temporalidad de la asociación pesquera de las traineras

Las actividades de las traineras se caracterizan por su estacionalidad, condicionadas por el propio ciclo biológico de las especies que capturan. Comienzan en el mes de septiembre, cuando los individuos han alcanzado el desarrollo adecuado para su explotación económica, y cuando su comportamiento permite que sean más fácilmente capturados. Terminan en marzo, mes en el que, producido el desove, empieza a aparecer la “cría” 8, cuya presencia modifica la actitud de los cardúmenes y hace más difícil su captura.

Cuando la temporada termina, los pescadores retoman sus otras pesquerías poniendo en práctica la tradicional dualidad de la pesca de litoral en las islas Canarias (Galván, 1982). Esta vuelta a otras actividades pesqueras ocurre incluso en aquellos días, en la propia estación de pesca pelágica costera, en que la trainera interrumpe sus labores.

Dichas interrupciones, de unas pocas fechas tienen lugar cuando la obscuridad de las noches no es suficiente para la captación del pescado, que solo acude a la luz cuando aquella [la obscuridad] es intensa. Se producen siempre al final de unos períodos, de unos 21 días de duración determinados por el ciclo lunar, que reciben el nombre de obscuros9.

La temporalidad, sin embargo, no supone la desarticulación de la organización de las traineras. Por el contrario, su estructura permanece en el tiempo, y el elemento humano que la constituye queda ligado a la misma por acuerdos tácitos, de carácter consuetudinario, prácticamente indisolubles. Estos compromisos se establecen a partir de lazos de fidelidad y lealtad, sin necesidad de ningún tipo de acuerdo expreso o contrato.

Es socialmente reprobable que un pescador abandone la organización. La razón de esta obligada permanencia reside en la necesidad de conservar el “secreto” 10. Si bien éste no es, en la pesca de especies pelágicas, tan valioso como en las pesquerías de fondo y bajío, siempre hay en la trainera técnicas, procedimientos y formas de operar que no se pueden revelar.

El hecho de que un marinero deje una trainera por otra pone en peligro la exclusividad de estos conocimientos, lo que trata de evitarse por medio de un fuerte rechazo social al transfuguismo. Se entiende pues, que en este contexto las bajas sean mínimas y las tripulaciones se mantengan muy estables.

Cuando un armador o patrón admite a un pescador en su trainera, se establece entre ellos un compromiso que no necesita ninguna puntualización o acuerdo verbal que aclare los términos de la asociación. Tales términos, institucionalizados por la costumbre, son de todos conocidos, y la mera admisión y asistencia del marinero a las faenas implica la aceptación de los mismos por ambas partes.

La relación que se establece entre el armador (o armador-patrón) y pescadores no es una relación capitalista de mercantilización de la fuerza de trabajo. Se trata de una relación de cooperación, sin una clara división social del trabajo (Oreja, 1982) y con un sistema de retribución a la parte. Se posibilita de esta forma la puesta en común de unos medios de producción que aporta el armador, inaccesibles de otra manera para los pescadores, y la fuerza de trabajo de éstos. No obstante, a pesar de este carácter cooperativo, las relaciones armador-pescadores tienen también un marcado carácter paternalista.

Hay que hacer, por último, mención a la gran rivalidad que se establece -al menos en San Marcos así ocurría- entre las diversas traineras con base en un mismo puerto, que tiene su origen en la competencia comercial -la primera que llega a puerto vende más y a mejores precios- y a la rivalidad profesional de sus miembros. Se produce entonces el fenómeno sociológico de los bandos, que polariza a los habitantes del lugar en grupos de familiares y simpatizantes de una u otra trainera.

Medios materiales de la organización

La trainera en su conjunto (ver cuadro 1) está constituida por una embarcación mayor, a la que en San Marcos se llama falúa, de unos 12-14 metros de eslora, y al menos cuatro embarcaciones auxiliares de unos 4-6 metros de eslora. Todos son barcos sin cubierta.

Tecnológicamente, el conjunto es sumamente simple, solo la falúa posee motor, de diésel o de gasolina, que se utiliza para ir y volver del caladero, nunca en las propias faenas de pesca. No tiene maquinilla, ni polea motriz, ni ningún otro elemento mecánico de potencia para operar la red; ni mucho menos elementos detectores de pesca.

Las embarcaciones menores van a remo. Dos de estas embarcaciones son los llamados luceros o barcos de la luz encargados de la localización, atracción y concentración de los cardúmenes. Para ello van dotadas de los dispositivos generadores de luz llamados petromas. Los petromases encienden con gasolina, que va almacenada en unos depósitos o botellas presurizadas con aire por medio de un fuelle manual. Las otras dos embarcaciones menores reciben el nombre de remolques11 y están desposeídas de cualquier dispositivo o aditamento técnico.

Las artes que se utilizan en el Puerto de San Marcos responden a las características técnicas de la traíña, pero sus dimensiones son relativamente pequeñas, en torno a unos 150 metros de longitud y unas 15-18 brazas de profundidad. Están fabricadas normalmente de hilo vegetal, aunque en el último período ya se introdujo la fibra sintética. La razón de estas menores dimensiones es la escasa capacidad de las falúas encargadas de portarlas y el mayor peso de la fibra vegetal.

El modo de producción pesquera de la trainera necesita de una cierta infraestructura de apoyo en tierra, al contrario que la mayoría de los sistemas de pesca de litoral, donde barco, aparejos y playa son los únicos elementos necesarios para realizar la actividad.

Consiste esencialmente esta infraestructura en un amplio local, el Almacén, generalmente tomado en arrendamiento, que cumple diversas funciones. Sirve, en principio, como lugar de almacenamiento y custodia de los instrumentos y repuestos necesarios para la reparación y mantenimiento de los diversos equipos y elementos de la trainera.

En su interior, y en explanadas aledañas, se llevan a cabo los referidos trabajos de reparación y, circunstancialmente, otros de mayor entidad como la completa construcción de nuevas redes, el teñido de las mismas, la construcción de embarcaciones, etcétera. En las épocas de inactividad se guarda en ellos todos los elementos, incluso hasta la propia falúa.

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Cuadro 1.- Estructura organizativa de los medios materiales de la trainera

En algunas ocasiones han servido como lugar de instalación de incipientes tentativas de industrialización pesquera, que en el Puerto de San Marcos consistieron, exclusivamente, en el prensado de la sardina en los períodos excedentarios en capturas.

Más allá de estas funciones técnicas, el almacén cumple una importante función de relación y de cohesión social del grupo humano que constituye la trainera. Es, entre otras cosas, el lugar donde se discute, se acuerdan y toman las decisiones y donde se establecen las estrategias de la pesca de cada día.

Por último, también es necesaria una infraestructura de comercialización que consiste casi exclusivamente en cajas para el transporte de pescado y las básculas para el pesado del mismo. Los medios de transporte utilizados para la comercialización de la pesca no pertenecen a la organización, suelen ser camiones de transporte que se arriendan por viajes, según las necesidades.

Medios humanos. Organización y funciones

El número de miembros de las traineras de San Marcos se sitúa entre 20 y 25, que reparten sus actividades entre la falúa y las embarcaciones auxiliares de la siguiente forma: dos en cada embarcación lucero; tres en uno de los remolques y dos en el otro; y el resto, entre 11 y 16 hombres, en la falúa.

El grado de especialización de tareas tiene diversos niveles. Es muy importante en los luceros, relativamente importante en los hombres de remolques y, aunque existe, es menor en los hombres de la falúa. De los dos tripulantes de los barcos de la luz, uno de ellos es realmente el encargado de las tareas de localización de la pesca, mientras el otro, normalmente más joven, se ejercita como aprendiz en esta difícil tarea.

De la experiencia y eficacia de los luceros depende en gran medida el éxito o fracaso de la jornada. Son ellos los que deciden cada noche, con gran autonomía, “donde encender”, es decir, el caladero a donde debe dirigirse la trainera, por entender que allí se puede “dar con el pescado” 13.

Deducen la presencia del pescado, o la posibilidad de llegada del mismo, en razón de curiosos e inescrutables indicadores que muy pocos conocen. Al carecer de cualquier tipo de ayuda técnica para la detección utilizan exclusivamente lo que ha sido denominado «los medios intelectuales de la actuación sobre la naturaleza» es decir, el conocimiento que tienen de su entorno marítimo.

Entienden como nadie el comportamiento natural de las especies pelágicas y su proceder, en función de las condiciones meteorológicas, oceanográficas y de oscuridad de cada momento. Cuando localizan el cardumen, determinan que especies lo forman, cuál es su comportamiento (fácil o difícil de cercar) y evalúan con precisión la cantidad de pescado existente. En razón de los datos obtenidos toman la decisión de aconsejar, o no, al Patrón que cale la red y el momento en que debe hacerlo.

Las funciones de los hombres de los remolques son las de mantener la red o la falúa en la posición adecuada que asegure el éxito del lance14. De ellos depende que la faena se desarrolle con eficacia, rapidez y sin complicaciones.

Todas las maniobras las hacen a remo, por lo que resultan a menudo agotadoras, pues el trabajo de los hombres del remolque no es simplemente bogar, que es muy duro; sino además, hacerlo atinadamente. Ambas embarcaciones deben trabajar formando un tándem perfectamente coordinado y siempre atentos a las órdenes e instrucciones del Patrón, para cuya transmisión se utiliza un sistema que, mientras el pescado no este encerrado, es extrañamente sutil y silencioso, en evitación de ruidos que puedan producir la huida del cardumen. Luego, cuando el cerco y la pesca es segura, las voces se desatan en un desahogo de la tensión mantenida.

A los hombres de la falúa se les exige un menor nivel de tecnificación. Su trabajo es más mecánico y la necesidad de toma de decisiones es menor por el hecho de estar bajo el directo control del Patrón. Fundamentalmente las tareas que ejecutan son: calado de la red, formación y cierre del cerco, recuperación de la red y embarque de la pesca. Todas ellas realizadas a mano.

Cada hombre de la tripulación puede realizar cualquiera de estas maniobras, pero suele haber entre ellos un cierto grado de especialización, según las características físicas y personales de los individuos: mayor habilidad manual para el manejo de la red; mayor potencia física para bogar y virar15 de las jaretas.

Esta especialización hace que unos u otros tengan un mayor protagonismo en las diversas fases de la operación, y da lugar a la aparición de líderes que llevan la voz cantante en una u otra de las tareas. Estos hombres son el apoyo más directo del Patrón.

El Patrón es el máximo responsable técnico de la empresa. Además de tener un conocimiento global de todas las funciones, es el mayor especialista en las operaciones más complejas. Él manda, dirige y controla las tareas, no sólo las que realizan los hombres de la falúa, sino también las de los remolques. Sin embargo, su relación con los hombres de la luz es diferente ya que depende de la información que éstos le proporcionen para tomar las decisiones más importantes.

El Patrón asume su plena responsabilidad cuando decide calar la red. La elección del momento de iniciación de las operaciones es crucial. Hay que esperar que el cardumen esté concentrado y confiado, pero no tanto que cualquier cambio en las condiciones meteorológicas, de la mar o de la obscuridad de la noche haga que el pescado se retire.

Existe en la trainera un segundo Patrón, cuya función es la de sustituir al Patrón cuando este no pueda asistir al trabajo por enfermedad u otra razón, pero, curiosamente, no tiene las competencias ejecutivas formalmente reconocidas mientras aquél esté a bordo.

Las funciones contables y de comercialización en la trainera son desempeñadas por un hombre de tierra, no marinero, que recibe el nombre de Apuntador o Listero.

El Armador, si es a la vez el Patrón, se concentra más en este cometido y deja en manos del Apuntador las funciones propiamente administrativas, excepto las de dirección de personal. Si por el contrario no es Patrón, entonces realiza las verdaderas funciones de administrador con la cercana colaboración del Apuntador y del propio Patrón.

Estructura organizativa de los medios humanos de la trainera

La estructura organizativa de los recursos humanos (RRHH) de la trainera responde al modelo mixto o líneo-funcional (Bueno y otros, 1982) y resulta, aparentemente y desde el punto de vista formal, muy sencilla. (ver cuadro 2).

Existen solamente cuatro niveles jerárquicos, donde se sitúan: primero, el armador; inmediatamente después, el patrón y el apuntador; en tercer nivel todos los hombres expertos y por último los ayudantes y aprendices.

En realidad, la situación es mucho más compleja, pues subyace una organización informal (Bueno y otros, 1982) donde se entrelazan elementos de valoración y de intereses muy diversos, que dan lugar a una estructura jerárquica llena de matices.

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Cuadro 2.- Estructura organizativa de los RRHH de la trainera

Es valor predominante en ella la confianza del Armador en determinados individuos que, como en toda organización paternalista, da preminencia a los mismos. En teoría, el Patrón es el hombre de máxima confianza del Armador, pero en la práctica, si quiere labrarse un prestigio entre sus hombres, necesita mantener un cierto grado de independencia, que le aleja de aquél.

La capacidad profesional es otro de los valores que otorga liderazgo. En cada una de las faenas o cometidos hay un individuo que asume tal liderazgo. En el caso de los hombres de la luz la capacidad profesional es altamente valorada por la trascendencia que tiene sobre el éxito económico de empresa, y quien la posee alcanza un status de influencia notable.

Por último, existen elementos tales como las relaciones que provienen de las otras actividades pesqueras de los miembros de la trainera, las relaciones de amistad, las familiares, de linaje, etcétera, que complican el entramado de la estructura jerárquica informal de estas organizaciones y que, como en la mayoría de los casos, no es posible plasmar en un organigrama.

Notas

Fotografía de cabecera: Foto Miranda

1.- Arte de cerco de la traíña: Es una de las variedades de artes de cerco, que reciben este nombre porque se despliegan en círculo, o «cerco», alrededor de los cardúmenes de pescado. Consiste en una red rectangular, construida en tejido de malla de fibra natural o sintética de unos 300 metros de longitud y entre 20 y 30 brazas de profundidad, aunque estas dimensiones varían notablemente en función de los caladeros. Disponen de una serie de boyas en su borde superior y una serie de plomos en su borde inferior que le permite adoptar ‘la forma vertical en cuanto se echa al agua, formando una pared circular en torno a la masa de pescado que impide su huida (Enciclopedia General del Mar, tomo VIII).

2.- Además del colectivo citado, coinciden en esta afirmación sobre la escasa entidad cuantitativa de la pesca de litoral en Canarias numerosos autores: F. J. Hurtado, F. Brito. J, R. Oreja, J.E Martín, A. Galván y otros (ver bibliografía).

3.- Todos los pescadores consultados por el autor coinciden en estas dos cuestiones: la sobrepesca de la mayoría de olas especies de litoral y, por otro lado, la abundancia, en algunas zonas, de stocks de especies pelágicas costeras no aprovechados. Con la primera apreciación están también de acuerdo numerosos autores.

4.- Jaretas: Cabos que sirven para cerrar el cerco de la red por su parte inferior, que queda formando como una especie de gran embudo cerrado por su parte baja.

5.- Calar: Operación de echar la red.

6.- Luceros: Término que se usa indistintamente para referirse a las embarcaciones que llevan la luz artificial para captar el pescado y a los hombres que se encargan de esta tarea.

7.- La trainera es un tipo de embarcaron originaria del Cantábrico que se utilizaba en la pesca con redes de cerco. Por extensión el término se aplica, ligeramente deformado, al arte que aquella portaba, que pasa a ser llamada traíña. Cuando este arte se traslada a otros lugares: Andalucía, Mediterráneo, Canarias, etcétera, las embarcaciones que lo usan siguen llamándose traineras, aunque por su construcción y estructura no sean tales. (Enciclopedia General del Mar, tomo VIII)

8.- Cría: Término usado por los pescadores para definir a los individuos jóvenes de las diferentes especies marinas.

9.- Obscuro: Intervalo de tiempo determinado por el ciclo lunar, de aproximadamente 21 días duración, en los cuales existe, durante algunas horas de la noche, la suficiente obscuridad para permitir la captación y concentración de cardúmenes de especies pelágicas. El obscuro es el intervalo temporal básico en el mundo de la trainera, tanto en los aspectos de funcionamiento operativo como en los económicos.

10.- Mantener en secreto los caladeros, las técnicas y los «trucos» de la pesca es una obligación para los pescadores, especialmente en la pesca de bajío donde la aparición de un buen lugar de pesca (pesquero o pasadero) casi da derechos de propiedad a su descubridor. A. Galván en su artículo citado en la relación bibliográfica, analiza ampliamente este tema.

11.- Remolques: Reciben este nombre porque remolcan a la falúa en las maniobras de la pesca y, por el contrario, son remolcados por esta cuando se dirige al caladero.

12.- Encender: Operación de encender los petromases. El lugar donde «se enciende» es el caladero elegido.

13.- Dar con el pescado: Encontrar, localizar la pesca.

14.- Lance: Maniobra completa de echar y recuperar la red.

15.- Virar: Maniobra de cobrar, halar un cabo,

Bibliografía utilizada

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HURTADO, f. J. y BRITO, J.: «El Sector pesquero Canario. Una aproximación global». Revista El Campo nº 99/1985, Banco de Bilbao.

MARTÍN, J.F.: «Pesca, fuerza de trabajo y empleo en Canarias (1887-1981)», 11 Jornadas de Estudios Económicos Canarios. Secretariado de Publicaciones Universidad de la Laguna- Banco de Bilbao, 1982.

GALVAN TUDELA, A.; «Aspectos sociológicos de las comunidades pesqueras canarias». II Jornadas de Estudios Económicos Canarios. Secretariado de Publicaciones Universidad de la Laguna- Banco de Bilbao, 1982.

OREJA RODRÍGUEZ, J.R., «Particularidades de la Estructura Empresarial Canaria: 1.4.- Sector Pesquero (Extracción)». Comunicación a la 6ª Ponencia del 1er. Ciclo del Seminario Cívico-Militar de Canarias. S/C de Tenerife, 1980.

OREJA RODRÍGUEZ, J.R.: «La flota pesquera canaria (1975-1982)». Revista Canarias Agraria y Pesquera, nº 1, 1986.

BUENO CAMPOS Y OTROS: Economía de la Empresa. Análisis de las decisiones empresariales. Madrid, 1982.

Cuadro 1.- Estructura organizativa de los medios materiales de la trainera.

Cuadro 2.- Estructura organizativa de los medios humanos de la trainera.

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