Artículo de opinión de Oscar Izquierdo, presidente de FEPECO
Tiempos convulsos los que vivimos imperando el frentismo, definiéndolo como la práctica de ser y actuar que apuesta abiertamente por la confrontación entre dos caras políticas opuestas.
Proponer el diálogo, acuerdo o consenso como forma habitual de comportamiento parece fuera de lugar. Es políticamente incorrecto y menos aceptable, siendo rechazado de plano con los hechos y las palabras de los responsables públicos de todos los partidos políticos, no se salva ninguno, se han metido en un verdadero charco de fango, que es donde disfrutan los patos y en este caso los patosos.
Hay pensadores que dicen que los conflictos existen siempre y hay que entenderlos. Otros, plantean que muchas cosas buenas surgen de la disputa, “apagar el fuego con gasolina”. También está la corriente intelectual que plantea que las pugnas se resuelven por consenso o por violencia.
Un famoso empresario americano constantemente en sus alocuciones públicas manifestaba que la mayoría de las personas gastan más tiempo en hablar de los problemas que en afrontarlos y por último no puedo dejar de trascribir literalmente la frase de la escritora británica Vivian Greene, que de una manera hermosa nos dice que “la vida no es dejar que pase la tormenta. Es aprender a bailar en la lluvia».
Otra característica que llena las bocas de los políticos que sobrellevamos con resignación manifiesta es la palabra “país”, la vicepresidenta Yolanda Díaz, es la precursora de dicha moda que se ha impuesto a base de machaconería, porque cuando logra encadenar una frase con sustancia o entendible, cosa harto difícil, pues no se entiende ni ella misma, de cuatro vocablos, en cinco veces repite la palabreja mencionada.
Un solo ejemplo basta para demostrarlo sacado de un titular de una emisora de radio de ámbito estatal en una intervención suya en el Congreso de los Diputados “Yolanda Díaz señala la verdadera vergüenza que España tiene como país y se lleva el aplauso de Twitter. La ministra defiende la reforma laboral en el Congreso y parte de su discurso ha estado dirigido a la situación de los investigadores”. Los demás, verdaderos zoquetes, sean del partido que sea, la imitan porque tiene un tinte de progresía, rancio como alcanfor, haciéndola atractiva para la mediocridad de las mentes de la esfera pública, que le siguen el juego y ahora es la voz por excelencia. Cuanta simpleza, memez y necedad, todo junto y empaquetado.
Así es como andamos por estos lares, con ocurrencias más o menos simpáticas, originales, ambiciosas, todas llenas de vanagloria, pero insustanciales, mientras siguen galopando los problemas, aumentando las dificultades de todo tipo, tanto para los ciudadanos como también, para el entero tejido empresarial. Todo es artificial, pura propaganda necia, presentación de proyectos que nunca se van a ejecutar, ocurrencias varias, entre ellas siempre saldrá el túnel entre las dos vertientes de la isla, el valle de La Orotava y el valle de Güímar, por poner un ejemplo clásico en nuestra isla, que aparece o desaparece como el rio Guadiana, para desviar la atención, entreteniendo al personal, a base de mantener vivo un debate político, ideológico, partidista o social, para que no se llegue a comenzar nada y perder el tiempo como siempre ha sucedido.
Tenerife sigue igual, que significa no avanzar. Atascada, colapsada y con las mismas colas de siempre. Cuanto me gusta el pensamiento de Agustin de Hipona cuando señala que “es mejor cojear por el camino que avanzar a grandes pasos fuera de él. Pues quien cojea en el camino, aunque avance poco, se acerca a la meta, mientras que quien va fuera de él, cuanto más corre, más se aleja”.