La muestra, que se inaugura hoy, a las 19:00 horas reúne ochenta creaciones del pintor tinerfeño más internacional
El Cabildo de Tenerife presentó ayer en TEA Tenerife Espacio de las Artes Óscar Domínguez. Dos que se cruzan, exposición que reúne ochenta obras del artista tinerfeño, una de las figuras clave de la aventura surrealista y de los movimientos de vanguardia del siglo XX. Los detalles de esta nueva exposición, que ofrece un itinerario por el universo creativo del pintor a través de sus diferentes etapas, técnicas y estilos, fueron dados a conocer por el vicepresidente del Cabildo y consejero de Turismo, Lope Afonso; el consejero de Cultura y Museos de Tenerife, José Carlos Acha; y el comisario de la muestra y conservador de la Colección TEA, Isidro Hernández.
Óscar Domínguez. Dos que se cruzan es la séptima exposición que TEA le dedica a Óscar Domínguez (Tenerife, 1906-París, 1957) desde que el centro de arte del Cabildo abriera sus puertas hace ya dieciséis años y en ella se exhibe un nutrido conjunto de pinturas del artista internacional -la mayoría pertenecientes a la Colección de TEA- entre las que se incluyen cuatro de sus autorretratos más emblemáticos, dos de ellos no expuestos en la muestra precedente: Autorretrato (1926), Autorretrato parisino (1928), Autorretrato suicida (1933) y Autorretrato con cabeza de toro (1941).
“Es un momento muy importante, ya que vamos a cumplir con una vocación por parte de TEA: el tener siempre presente en sus paredes a Domínguez”, adelantó Acha durante el acto de presentación de esta muestra en la que la mayoría de las obras procedentes de colecciones particulares se han exhibido públicamente en muy pocas ocasiones, como es el caso de varias pinturas del período pre-surrealista de Domínguez, especialmente el óleo sobre lienzo Los músicos (1928) o el citado Autorretrato parisino (1928), dedicado a su amigo el poeta Domingo López Torres.
“Es absolutamente fundamental tener en TEA un lugar permanente para Óscar Domínguez, un espacio que se irá renovando y estableciendo nuevas lecturas”, agregó el consejero de Cultura que explicó que además de las piezas de la Colección TEA, Óscar Domínguez. Dos que se cruzan cuenta con obras de varias colecciones institucionales y privadas, a quienes dio las gracias por su colaboración. La muestra -detalló- cuenta con la colaboración del Gobierno de Canarias, la Fundación CajaCanarias (Santa Cruz de Tenerife), el Museo Municipal de Bellas Artes (Santa Cruz de Tenerife), el Grupo Número Uno (La Laguna, Tenerife), la Fundación Canaria de Formación y Mecenazgo (Las Palmas de Gran Canaria), la galería de arte José de la Mano (Madrid), LM Arte Colección (La Laguna, Tenerife), la Colección Westerdahl (Madrid), así como con varias colecciones privadas.
Lope Afonso apuntó en referencia a esta exposición que se inaugurará hoy, a las 19:00 horas, y que podrá visitarse de manera gratuita hasta el 24 de noviembre, que es “el hito cultural más importante de la Isla de este año”. “Esta muestra es un paso clave en aras de garantizar la fijación de la figura de Óscar Domínguez a su isla y a este espacio”, añadió el vicepresidente del Cabildo que apuntó que con esta exposición TEA se suma a los actos de celebración del centenario de la publicación del primer Manifiesto del Surrealismo, escrito en el París de 1924.
Detalló además Lope Afonso el hecho de que en esta muestra -donde las obras de Óscar Domínguez dialogan con creaciones de los surrealistas Eileen Agar, Hans Bellmer, Claude Cahun, Georges Hugnet, Marcel Jean, Dora Maar, Gordon Onslow Ford, Man Ray, Yves Tanguy, Raoul Ubac, así como de los creadores cercanos al surrealismo Eugène Atget, Anton Prinner, Maud Bonneaud y Pablo Picasso- pone en valor a este creador del que nos podemos enorgullecer, ya que se encuentra en la terna de nombres que España ha aportado al Surrealismo junto a Dalí y Miró. Remarcó también la gratuidad de la exposición, ya que este hecho “garantiza la accesibilidad al arte, a la cultura para todos”.
Isidro Hernández, conservador de la Colección TEA y comisario de Óscar Domínguez. Dos que se cruzan, explicó que “en la primera sección de la exposición se presentan varias obras de finales de los años veinte realizadas bajo la fascinación del joven Óscar Domínguez por su ciudad de acogida, París, y todo lo que ésta representaba para un aprendiz de pintor: libertad, bohemia, modernidad, amor”. “En ella, varias creaciones de Álvaro Fariña, de Néstor de la Torre y de Ismael de la Serna recrean el alcance de ese deslumbramiento. Las secciones segunda y tercera invitan al visitante a realizar un recorrido biográfico en el que se insertan algunas fotografías inéditas del pintor”, matizó el comisario.
Entre las obras que se exponen de Óscar Domínguez se encuentran, Los músicos (1928), Tarde de amor (1933), Composición surrealista (1933), La bola roja (1933), Le papillon (1949), Batalla (1955), Las mouches (1947), Mujer sobre diván (1942), Le dimanche o Rut marin (1935), El puente (1937), Los sifones (1938), Los platillos volantes (1939), El cometa (1940), Aviones (1945), Atelier (1950), El rapto de Europa (1952) y Delphes (1957). La muestra recoge, también, varias obras escultóricas de la Colección TEA dedicadas a Domínguez por José Abad y María Belén Morales
El título de la muestra -señaló Isidro Hernández- se corresponde con el lema escogido por Óscar Domínguez para el cuaderno poético Los dos que se cruzan, publicado en 1947 por Henri Parisot en las parisinas ediciones Fontaine (Colección L’âge d’or). En cierta medida Los dos que se cruzan sintetiza la personalidad del pintor, siempre cercano a la ironía y a la bohemia extremas, al tiempo que feroz y melancólico e insatisfecho en su continuo acercamiento a la pintura. Metáfora de la dualidad del propio pintor o símbolo de la contradicción innata a toda condición humana, la pintura de Óscar Domínguez busca para sí, muchas veces, elementos opuestos o caminos irreconciliables, como sucede en la pintura de 1935, Le dimanche, que sirve de cartel anunciador de la muestra, donde las figuras de dos caballos son atravesados en dos mitades por el paso de línea imaginario de un espejo.
Por otra parte, esta oferta artística se enriquecerá con la celebración de varias conferencias en las que se abordarán distintos aspectos de la obra de Óscar Domínguez. Asimismo, el Videoclub de TEA proyectará un recurso didáctico de recreación en 3D de composiciones de Óscar Domínguez.
Óscar Domínguez
Tanto por la calidad subversiva de sus creaciones como por su participación de forma activa en el Surrealismo -episodio crucial en las artes de la Vanguardia del siglo XX-, Óscar Domínguez ha sido considerado, junto con Joan Miró y Salvador Dalí, “el tercer gran nombre” que España da a la pintura surrealista. Si bien la infancia de Domínguez transcurre entre los municipios tinerfeños de La Laguna y Tacoronte -donde su familia contaba con haciendas y plantaciones-, a partir de 1927 combina su residencia en París con varios viajes a su isla natal, hasta que, ya a partir de 1936, la capital francesa se convierte en su hogar definitivo hasta su muerte, el 31 de diciembre de 1957.
Desde sus composiciones de principios de los años treinta -La bola roja (1933) o Le dimanche (1935)-; pasando por la genialidad de sus pinturas cósmicas -Los platillos volantes (1939)- y superando el período metafísico y la asimilación del estilo picassiano, ya en la década de los cuarenta -Mujer sobre el diván (1942)-; hasta alcanzar su técnica del triple trazo y, posteriormente, la etapa informalista que caracteriza a sus últimas obras -Delphes (1957)-, la predisposición de Domínguez hacia una imaginación pictórica plena y su permanente experimentación lo convierten en una figura clave en el contexto del movimiento surrealista.
La contribución fundamental de Óscar Domínguez a las artes del siglo XX fue la invención de la decalcomanía, según explica el Dictionnaire Abrégé du Surréalisme firmado por André Breton y Paul Éluard en 1937. Esta técnica pictórica es uno de los procedimientos más emblemáticos del automatismo gestual. El artista tinerfeño se caracteriza por una práctica pictórica de una gran intuición onírica, presidida por un espíritu liberador en estado puro en perfecta consonancia con la maquinaria clandestina, vertiginosa e irracional que propone el Surrealismo.