Esta nueva muestra es un ensayo visual que parte de resquicios históricos para trazar una genealogía de la modernidad
TEA Tenerife Espacio de las Artes presentó ayer Doble ciego, del artista Adrián Alemán (La Laguna, 1963), muestra que inaugura la programación expositiva de 2024 de este centro de arte contemporáneo del Cabildo de Tenerife. El consejero de Cultura y Museos de Tenerife, José Carlos Acha; el comisario de la exposición, Néstor Delgado; y el artista Adrián Alemán fueron los encargados de dar a conocer esta individual que es un ensayo visual en el que se trama una particular genealogía de la apariencia a partir de vestigios históricos tomados como imágenes para hablar de los ritos de aprendizaje que construyen la mirada pública y de la colectivización de la memoria y de los relatos.
Acha, quien avanzó que la exposición se inaugurará hoy, a las 19:00 horas, destacó que es “una enorme suerte el poder tener en TEA, centro que es un auténtico generador de cultura, a un artista como Adrián Alemán”. Sobre esta muestra -en la que el creador plantea partiendo de un resquicio arquitectónico de Santa Cruz de Tenerife (la logia masónica Añaza nº 270) un relato global de la modernidad- el consejero de Cultura señaló que quienes la visiten podrán percibir que el espacio que se muestra en estas imágenes, pese a estar vacío, está lleno de gritos, de sonidos, de símbolos. Y es que el vacío es otro de los ejes centrales que atraviesa esta propuesta.
Doble ciego podrá visitarse de manera gratuita hasta el 25 de agosto, de martes a domingo y festivos, de 10:00 a 20:00 horas. Además, cabe destacar que el artista ofrecerá durante el transcurso de la exposición distintas visitas guiadas en las que explicará el concepto de su trabajo. A través de este trabajo, Alemán incide en que la realidad material y el lenguaje se muestran de manera continua, como operaciones reales de la naturaleza que, a su vez, constituyen el aprendizaje iniciático del individuo en el espacio social.
Néstor Delgado explicó que esta exposición le descubre al espectador “un proyecto inédito integrado por una serie fotográfica post-documental, un proyecto de dibujo y una obra literaria” y que es “el punto y final de un proyecto en el que Adrián Alemán lleva trabajando desde hace años”. “Este trabajo ofrece una genealogía del fantasma de la modernidad y de que manera ha dejado su huella y ha construido nuestro presente”, añadió el comisario quien afirmó que Doble ciego “recoge y condensa muchas de las claves para entender el trabajo de este artista”.
“La construcción del espacio social a través del lenguaje y de la imagen, la continua crítica a los conceptos heredados y a la forma en la que constituyen nuestro imaginario colectivo, el ajuste de cuentas con la figura del poder y cómo continuamente necesitamos instituirnos como sociedad a través del debate y del diálogo” son algunas de las ideas que están presentes en esta exposición que ofrece diferentes niveles de lecturas.
Adrián Alemán, que confesó estar orgullo de poder presentar su trabajo en TEA, agregó que Doble ciego es “un ensayo a modo filosófico en el que hay distintos ámbitos: hay textos, hay dibujos, hay fotografías” y detalló que se trata de una “cristalización de la modernidad”. “He puesto en relación un lugar muy específico, muy intenso, como es la logia masónica Añaza nº 270 con todos los acontecimientos asociados a ese lugar como al tiempo histórico que abarca el transito entre los siglos XIX y XX”, apuntó el creador quien matizó que este proyecto consta tres ámbitos claramente diferenciados.
Partiendo de la premisa de que si solo vemos aquello que hemos aprendido socialmente, Adrián Alemán plantea en esta propuesta cuestiones como qué sucede cuando se nos revela lo que ha estado cerrado a la mirada pública o qué ocurre cuando nos adentramos en aquello que ha permanecido oculto no sólo por el poder, sino por sus propios constructores. Cuando un espacio ha sido borrado de la historia entra en el dominio de la representación, es decir que el vestigio arquitectónico ha sido ocupado por la imagen.
Doble ciego 1 (Cámara), Doble ciego 2 (Étant Donnés), Doble ciego 3 (Laboratorio), Doble ciego 4 (Pasos perdidos), Doble ciego 5 (El aprendiz), Doble ciego 6 (Tú), Doble ciego 8 (Bardo I y II), Doble ciego 9 (Teseracto), Doble ciego 10 (Pantalla/Tamiz), Doble ciego 11 (Panorama), Doble ciego 12 (Una escalera), Doble ciego 13 (Vía láctea) y Doble ciego 14 (Borradura) son los títulos de las fotografías que podrán verse en esta individual. Por su parte, otras piezas se fundamentan en el ejercicio de la escritura, tales como Doble ciego 7 (Diagramas), un conjunto de dibujos a través de recursos gráficos y escritura, y la edición de oqp, una pieza que toma el formato de un libro y que podrá leerse en sala para convertir en objeto la narración del autor en cuatro capítulos.
Respecto a la muestra, Adrián Alemán detalla que “tras habitar lo que podríamos considerar un pecio urbano -un antiguo edificio que fue sede de la logia masónica Añaza nº 270 hasta 1936 y que permanece cerrado desde 1990 tras sufrir entre esos años diversas vicisitudes- la iconografía simbólica del edificio, y su particular acontecer, devienen imagen de las contradicciones sociopolíticas, también estéticas, en el tránsito de los siglos XIX y XX”. La mirada del artista sobre ese espacio, leyendo el edificio a contrapelo, convierte su vibrante vacío, en un condensador de ecos de espacio-tiempos pasados.
Adrián Alemán vive y trabaja en Tenerife. Es artista, además de docente e investigador en la Universidad de La Laguna. Su trabajo tiene un carácter obstinado, fruto de su decisión de vivir la experiencia artística en un contexto periférico en el que la visibilidad y el mercado del arte no juegan un papel determinante. Este compromiso con las prácticas artísticas como espacio autónomo de investigación, crecimiento y emancipación se propone contribuir, no obstante, al reconocimiento de subjetividades subalternas desde las que confrontar la colonialidad de la mirada.
En su tránsito entre lugares, memorias, discursos e imágenes, su proceso genera textos, fotografías, dibujos y objetos que extrañan sus referentes y, al mismo tiempo, los ponen en sintonía. Esta suerte de arqueología inversa precipita en una estratigrafía del presente que, a su vez, demanda y promueve una hermenéutica del imaginario que permita exhumar del continuo de la visualidad oscuras circunstancias aún emboscadas en sus ángulos muertos. Esta concepción benjaminiana de la historia la interpreta como un proceso dialéctico en el que un pasado que espera aún ser contado y un presente que busca un relato en el que poder reconocerse, colisionan con la intención de incendiar un orden de cosas alternativo.
Su trabajo arracima digresiones en torno al lenguaje, los signos y su decantación en el orden social: En la circularidad del deseo (1990) analiza el carácter indéxico de los objetos; en El sueño evangélico de la colectividad (1990) recreó dispositivos disciplinares que invitan a pensar la relación entre comunidad y representación; en SOCIUS (2010-12), un extraño salón náutico, metáfora de una isla completa, fue una puesta en común(idad) de las trazas dejadas en el territorio por la matriz violenta del poder; y en Dialécticas criollas (2017-no concluida) plantea una investigación abierta sobre las confluencias discursivas que determinaron las representaciones paisajísticas en el contexto de las tensiones coloniales del siglo XIX, y sobre cómo persisten en los discursos culturales contemporáneos.