Se aprueba desde el Gobierno canario la declaración institucional con motivo del día internacional contra la violencia machista

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El Consejo de Gobierno de Canarias ha aprobado en su sesión de ayer jueves el texto de la declaración institucional con motivo de la celebración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer el próximo 25 de noviembre (miércoles), en la que concluye que “solo con unidad saldremos de la pandemia de la violencia machista”.

En la declaración, el Gobierno analiza cómo el confinamiento vivido este año agravó la vulnerabilidad de las mujeres, ya que muchas se vieron obligadas a convivir con sus maltratadores en el hogar las 24 horas del día, y recuerda que, “en ese momento, los recursos del Gobierno de Canarias destinados a la violencia de género se mantuvieron funcionando a pleno rendimiento. Durante el periodo de confinamiento, más de 50 mujeres tuvieron que abandonar su hogar con sus hijos e hijas para alojarse en un dispositivo de emergencia”.

El texto repasa las acciones impulsadas por el Instituto Canario de Igualdad para reforzar la comunicación y protección de las mujeres que pudieran verse amenazadas a lo largo de este año, como el recurso Mascarilla-19, que permitió a las mujeres pedir auxilio y refugiarse en las farmacias isleñas.

En el mismo sentido, constata que ese recurso posibilitó que la población fuera más consciente de la violencia machista y diera “el gran paso de estigmatizar de forma contundente esta violencia, al maltratador y no a la víctima, perdiendo el miedo a denunciar”.

Declaración institucional

Con motivo de la celebración del Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer el próximo 25 de noviembre, fecha declarada por la Asamblea General de Naciones Unidas, la Consejera de Derechos Sociales, Igualdad, Diversidad y Juventud eleva al Gobierno, para su aprobación la Declaración Institucional siguiente:

Canarias, España, el mundo, ha vivido y vive un tiempo convulso, repleto de cambios en nuestros hábitos, en nuestros modos de vida, en nuestras relaciones sociales. Una situación que nos ha exigido nuevas normas que hemos debido adoptar e incorporar a nuestra vida diaria para proteger nuestra salud. Uno de esos grandes cambios, la decisión que marcó un punto de inflexión en nuestro modo de entender la vida fue el confinamiento obligado en nuestros hogares.

Cuando a mediados de marzo el Estado decretó el estado de alarma en todo el país, nuestra vida experimentó un giro de 180 grados. La mayoría de nuestras preocupaciones diarias pasaron a un segundo plano y la salud se situó en el primer lugar. En el caso de las víctimas de violencia de género, el encierro se hizo, si cabe, mucho más peligroso para su integridad física o psicológica. Mujeres con hijos e hijas se vieron obligadas a confinarse con su agresor, a guardar más silencio, a idear fórmulas para poder comunicarse con el exterior o pedir ayuda, en caso necesario. Para ellas el miedo, la incertidumbre y la asfixia, que por entonces vivía toda la ciudadanía, crecieron de manera exponencial.

En ese momento, los recursos del Gobierno de Canarias destinados a la violencia de género se mantuvieron funcionando a pleno rendimiento y durante el periodo de confinamiento más de 50 mujeres tuvieron que abandonar su hogar con sus hijos e hijas para alojarse en un dispositivo de emergencia. El Instituto Canario de Igualdad reforzó todos los cauces posibles de comunicación para que ninguna mujer se sintiera sola, aislada con su maltratador, y con el objetivo de mejorar su protección activó también el protocolo Mascarilla-19. Una consigna que, a fecha de hoy, se ha convertido en un emblema de la lucha contra la violencia de género en multitud de países de todo el mundo y que en Canarias mantendremos como un recurso más de apoyo a las mujeres que deben convivir con su agresor, más allá de tiempos de pandemia o confinamiento.

Un grave problema generó entonces una solución inmediata que además permitió a nuestra comunidad tomar conciencia de las circunstancias de las mujeres que se encontraban en esa situación. Permitió de forma evidente que esta violencia abandonara el espacio privado en el que históricamente se ha situado y ocupara el lugar donde debe estar, el ámbito de lo público, de la preocupación común.

Debemos ser optimistas, nos encontramos en un momento de transición, de lucha entre las inercias del sistema establecido y la irrupción de cambios muy relevantes que nos encaminan a una sociedad más igualitaria. Nuestra juventud es cada día más consciente de la violencia de género, es capaz de visibilizarla, de señalarla y cada día más jóvenes se posicionan frente a esas prácticas machistas, estancadas por el peso de las estructuras de dominación, que perduran en sus relaciones de pareja o amistad. Es el momento ahora de reforzar o crear las condiciones estructurales para que nuestra juventud pueda traspasar la barrera del discurso que ya ha asimilado y permear las prácticas de la igualdad de género.

La sensibilización va llegando a cada hogar, y nuestra población en su conjunto está comenzando a señalar la violencia, no a quienes la reciben sino a quienes la cometen. Canarias está dando el gran paso de estigmatizar de forma contundente la violencia, al maltratador y no a la víctima, perdiendo el miedo a denunciar; mujeres y hombres agudizan los sentidos para percibir y denunciar ante cualquier sospecha. Porque nuestra sociedad crece, evoluciona, se transforma, se reinventa y es siempre el esfuerzo colectivo el que realmente nos ayuda a mejorar, a alcanzar un mundo más saludable y justo, exento de violencia. La violencia de género es uno de los problemas más graves de nuestra sociedad y que perdura a pesar de todos los avances, de la mayor concienciación, de la mayor protección y labor de prevención que se desarrolla desde todos los ámbitos.

La violencia machista es la causa de muerte de una media de 60 mujeres cada año en España, mujeres asesinadas por hombres. Es la causa directa de discapacidades de muchas mujeres supervivientes, secuelas físicas y psicológicas. Se estima que, por cada mujer asesinada, diez agredidas sufren como consecuencia de la agresión machista discapacidad visual, auditiva o de movilidad.

Este Gobierno es consciente de que dar el giro a esta situación supone un ingente y constante esfuerzo de toda la comunidad, desde todos los ámbitos de actuación. Cada mujer asesinada, cada mujer lesionada, cada mujer que sufre o vive atemorizada, es consecuencia directa de las desigualdades cotidianas que seguimos consintiendo en nuestra vida diaria. Combatir la desigualdad de género heredada por nuestra cultura supone que cada persona, de forma individual, detecte y modifique comportamientos y expresiones que perduran de forma inconsciente en nuestro cerebro, y alimentan el desequilibrio entre mujeres y hombres.

Este ha sido el objetivo de la campaña institucional de este año con la que hemos querido activar a la sociedad en general, y a la población masculina en particular, a quienes interpelamos de forma directa para que muestren conductas proactivas contra el machismo, para que se conviertan en aliados de esta lucha y en ejemplo para el resto de la población.

Ante una mano asesina, maltratadora, que humilla, debemos mostrar un rechazo en bloque, unánime. La violencia de género merece un mensaje contundente como el que este año, por primera vez en la historia, ha unido al Gobierno de Canarias con todos y cada uno de los Cabildos Insulares. No somos sólo Gobierno, cabildos o ayuntamientos, somos una Canarias unida y en peso contra el machismo.

Este 25 de noviembre, Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en el que recordamos a todas aquellas que han sufrido violencia o han perdido su vida a manos de maltratadores, nuestro Gobierno quiere expresar su firme compromiso de trabajo por la construcción de una sociedad igualitaria, libre de violencia, donde ser mujer no constituya un factor de riesgo para la vida.

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