Artículo de opinión de Oscar Izquierdo, presidente de FEPECO
Hace falta pararse de vez en cuando para descansar ante el agobio diario. Igualmente, mantener un estado de estrés permanente, puede llevar a situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.
Por el contrario, el sosiego lleva implícita quietud, tranquilidad, serenidad. Es precisamente la mejor medicina que podemos tomar para afrontar los graves retos que tiene nuestra Comunidad Autónoma para sanarlos con garantía de éxito. En el sentido opuesto, el frentismo, como tendencia o acción ya dada en la realidad de conformar un frente común para oponerse radicalmente a otra vanguardia, aboca al fracaso, pérdida de tiempo e inacción.
La defensa a ultranza de posicionamientos ideológicos, partidistas o de cualquier otro interés, basados en los maximalismos, extremos irreconciliables, son catastróficos para el devenir de una sociedad que quiera convivir dentro de unas reglas mínimas de armonía. Hay que desafiar con atrevimiento los problemas que padecemos desde la escucha mutua, que lleva al consenso, permitiendo la tranquilidad para razonar de forma clarividente y sobre todo, poniendo los intereses generales por encima de los particularismos. No tiene que haber ganadores y vencidos persistentemente, cediendo todos en algo, más o menos según sea el caso, seguro que los encuentros son posibles y sobre todo, provechosos para el conjunto.
La agitación continua, adrede por parte de los que la promueven, encubre simple y llanamente vaguear, ya que sólo buscan el debate permanente, porque siempre saldrá un tema adecuado, escudriñado precisamente para perder el tiempo, con el objetivo preestablecido de que se alargue lo más posible, con el fin de inmovilizar. No se trata de cascar o aplastar al que piensa de otra manera, sino de comprenderlo y aceptarlo, aunque tenga posicionamientos antagónicos a los que cada cual defienda, rebatiéndolo con argumentos razonables y conciliadores, es posible, si se quiere.
Hay que normalizar que todas las propuestas, sugerencias o proposiciones pueden ser válidas, haciendo una conjunción de lo mejor que aporta cada una y eso exige acuerdos y pactos, donde prevalezca el señorío. La concordia hace crecer lo que parece pequeño y puede dar lugar a soluciones grandes, además de hacer invencible al que la práctica, porque lleva al camino de la victoria. El pesimismo del dramaturgo y poeta Ramón María del Valle-Inclán al sentenciar que “el mundo es una controversia”, puede darse por bueno si miramos a nuestro alrededor, es innegable. Pero eso no significa, que sea inmutable, todo depende si hay voluntad cierta para comprendernos y aceptarnos, con las diferencias que tienen que haber necesariamente, porque más peligroso es que todos pensásemos lo mismo o lo que es más peligroso, que algunos quieran que suceda así y trabajen incasablemente con toda clase de malicia para conseguirlo.
Canarias no puede convertirse, como está sucediendo actualmente, en un terrero de lucha permanente, donde lo más frecuente es la contienda, polémica o bronca cansina, además de agotadora de energías que tendrían que ponerse al servicio del bien común. Como decía el también dramaturgo y director, Jacinto Benavente, “la vida es como un viaje por la mar: hay días de calma y días de borrasca; lo importante es ser un buen capitán de nuestro barco”. Pongamos en primer lugar la escucha, sobre todo oír al contrincante, que puede llegar a ser incluso enriquecedora y después el dialogo, para encontrar puntos de encuentro que terminen en la alianza que urgentemente precisamos. No estamos para desaprovechar el tiempo, porque el que no se emplea, ya nunca se recupera. Si seguimos como hasta ahora en una brega perenne, Canarias seguirá sufriendo los mismos problemas y así perdemos la luchada.