Artículo de Opinión
Pasadas las Fiestas de San Andrés creo procedente hacer una reflexión por mi parte sobre los grandes acontecimientos que hemos vivido este año en San Andrés en Icod de los Vinos. En primer lugar, destacar el éxito de todas las actividades que se han desarrollado en las fiestas, tanto las privadas de personas individuales, grupos y empresas, como las realizadas por el Ayuntamiento.
De siempre hemos defendido el protagonismo de la ciudadanía y los vecinos en las fiestas, y ello aunque la Administración Local se haya visto obligada a intervenir, no de ahora sino desde hace tiempo, en algunas de ellas. A pesar de esa intervención, el protagonismo popular es indispensable si se quiere el éxito de las fiestas, y debe ser respetado y potenciado en todas ellas, particularmente en las de los barrios, y particularmente en las de San Andrés.
San Andrés es algo especial, algo que sorprende, una chocante, nunca mejor dicho, costumbre de unas gentes que se deslizan -“echándose” decimos nosotros- calle abajo sobre grandes pendientes empedradas o asfaltadas, sentados, o incluso de pie, sobre unas tablas lanzadas a velocidades que asombran y asustan a los primerizos visitantes.
Para nosotros, los icodenses, más allá de ser manifestación autóctona y auténtica de nuestra amplia tradición cultural viva, cuyo origen se pierde en la nebulosa de los tiempos, y más allá de ser una práctica lúdica y de disfrute para los que aún la practican -desde bastantes niños a adultos bastantes, en años y en número- y para los que la hemos practicado, todos nosotros, hoy ya simplemente viéndola y recordándola, San Andrés es bastante más. Para los icodenses, y perdonen los demás, las tablas de San Andrés más que un espectáculo que impresiona; son un sentimiento; algo que se forma parte del sentir íntimo de cada uno de nosotros y de nuestro espíritu colectivo.
Por eso, por esa dimensión sentimental que trasciende, es por lo que se ha mantenido a lo largo de siglos, sin ninguna atención ni apoyo institucional; todo lo contrario, incluso ha afrontado etapas de prohibiciones y represión. Y por ello, llegada la época de los avances y las libertades, del aprecio de lo nuestro y del relanzamiento de nuestras costumbres y tradiciones, con ese arraigo en nuestro espíritu colectivo que tiene, incluso sin la necesidad del apoyo de ninguna manifestación religiosa, caso único en nuestra tradición, que no la ha acompañado nunca, a pesar de llevar nombre de santo, es por lo que ha adquirido la dimensión que ha adquirido.
Este año ha sido espectacular, la masa de asistentes, tanto locales como foráneos, enorme, las actividades de restaurantes, bares, casetas y chiringuitos, magníficas en su triple dimensión: de necesario acogimiento y servicio a nativos y visitantes; de apoyo imprescindible en el crecimiento de unas fiestas que no son solo tablas, sino también vino –apertura de las bodegas- castañas, gastronomía y disfrute de la gente; y, por último, y también importante, porque se han visto justamente satisfechas las plusvalías económicas para el municipio de unos días de dura actividad, con un excelente servicio en términos calidad-precio, y con un trabajo inmenso de empresarios y decenas de trabajadores. A todos nuestro reconocimiento y agradecimiento.
La participación de los jóvenes, y no tan jóvenes, que con sus tablas viven directamente las fiestas ha crecido, en número y espectacularidad. Lo he vivido esta año más del cerca en la calle del Plano, y nunca puede uno dejar de sorprenderse. Sin ellos la fiesta no existiría, pero no hay temores en este aspecto, siempre habrá jóvenes icodenses que les sea imposible resistirse a la tentación de un “viaje” en una tabla.
Y en cuanto a los actos organizados por el Ayuntamiento estamos muy satisfechos, porque además de las nuevas actividades de carácter cultural que en torno a la fiesta se han realizado, los actos tradicionales se han desarrollado muy bien, al decir de las gentes. El Acto del Descorche de la primera botella de la cosecha, tradicionalmente largo, nos hemos empeñado, y conseguido, hacerlo este año muy corto, poco más de media hora, y el brindis multitudinario posterior, mucho menos complicado, en términos de aglomeraciones que en años precedentes, y altamente satisfactorio para los asistentes, en términos de comodidad, según manifestaban. Felicitaciones a las Concejalías de Fiestas, Agricultura y Desarrollo Local.
Y luego el acto del Salón del Vino, espectacular en asistencia, en la participación de un sinnúmero de bodegas y casetas, que lo vendieron todo, y en un buen servicio, pero con un pero: las dificultades de circulación de la gente. Lo queríamos celebrar en la explanada de El Calvario, desde la bajada del Cementerio al Juzgado, pero problemas de exigencias sobre cuestiones de seguridad y suministro eléctrico lo impidieron.
San Andrés es una fiesta del pueblo, el pueblo la ha mantenido y el pueblo la mantendrá. San Andrés para ser y permanecer no necesita la intervención de la administración. Sin embargo sí necesita, dada la dimensión que ha adquirido, una cierta regulación que vienen impuesta por las exigencias y las responsabilidades legales de la seguridad y control que tienen las cosas hoy en día, y por la adecuación de los espacios existentes, que ya se hacen insuficientes.
Los problemas de las aglomeraciones en el Salón del Vino y la aproximación excesiva de los espectadores a las tablas mientras descienden a una velocidad increíble por la calle del Plano hay que abordarlos. No será fácil, pero es una obligación para el próximo año, en que las fiestas caerán viernes y sábado, y la afluencia será inmensa. Tenemos de siempre ideas sobre este asunto, y muchas más que hemos pensado estos días. Si estamos, lo intentaremos, y si no, lo pediremos. Y esto no sería intervencionismo, sino velar por la obligada seguridad de las personas.
Como no fue intervencionismo la participación este año de las fuerzas de seguridad locales, las policías autonómica, nacional y la guardia civil; de la protección civil de Icod, con la colaboración de la de otros municipios de la comarca, la asistencia médica y de ambulancias, y la labor de los trabajadores de Icodemsa, que han permitido tener las calles absolutamente impolutas a primeras horas de la mañana. Todos ellos, en sus funciones de mantenimiento del orden, con escasísimos incidentes, seguridad, atención médica y limpieza han hecho un trabajo extraordinario, sobre el que hemos recibido particulares felicitaciones, y que agradecemos profundamente.
Creo que como alcalde debo un agradecimiento general y felicitación a todos los que han contribuido a hacer unas excelentes fiestas de San Andrés 2018. Al pueblo, a todo el pueblo de Icod de los Vinos, mi más sincera y efusiva enhorabuena. El éxito es suyo.