El Consistorio ramblero asume el reparto para evitar las aglomeraciones en las calles
Fidela Velázquez, alcaldesa de San Juan de la Rambla, anuncia las medidas que ha tomado el ayuntamiento para poder mantener, con total seguridad, la celebración de ‘Los Santitos’, la tradición con mayor arraigo entre los menores del núcleo urbano de San Juan en la mañana de cada 1 de noviembre.
Bajo la gestión del área de Patrimonio Cultural que tutela la edil Gloria Méndez, se ha optado por evitar que los menores recorran las casas del núcleo pidiendo puerta por puerta “Los Santitos” y ser el Consistorio el que centralice el reparto en un único punto. Así se consigue evitar las aglomeraciones que se suelen producir en las mañanas del día de Todos los Santos cuando los niños toman las calles.
El sistema ideado es el siguiente: Los vecinos que normalmente participan en “Los Santitos” entregando agasajos a los niños que tocan en su puerta, pueden hacer llegar los obsequios en la oficina municipal de San Juan hasta el miércoles 28 de octubre. Allí un empleado, con las medidas higiénicas preceptivas, los preparará en bolsas individuales. Una vez realizado esto, el 1 de noviembre a primera hora de la mañana se preparará en la plaza Rosario Oramas un punto seguro de recogida en el que los niños podrán ir pasando con sus tradicionales cestas decoradas para conseguir su tan preciado regalo tras pronunciar la clave: “Venimos a pedir Los Santitos”.
Durante toda la jornada, personal de seguridad controlará los accesos, aforo y distancia, para asegurar que se cumplen de manera escrupulosa las medidas sanitarias.
Como apunte histórico hay que recordar que Los Santitos es la tradición ramblera en la mañana de Todos los Santos, que de manera habitual hace que las calles del Casco se llenen de menores cargando cestas de mimbre decoradas por ellos mismos donde almacenan los agasajos que cada vecino tiene preparado en casa el día antes. En el pasado eran frutas de temporada, frutos secos o alguna perra o real, en la actualidad prevalecen las chucherías. Esta tradición sobrevive año tras año y se transmite de generación en generación.