En el 200 aniversario de su muerte, abre la exposición en Madrid que subraya la figura sobresaliente del portuense en la historia de la ingeniería en España y en Europa
La Biblioteca Nacional acogió el acto de inauguración de la exposición que conmemora el 200 aniversario de la muerte del ingeniero portuense, ‘Agustín de Betancourt 1758-1824, Ingeniero Cosmopolita’, con la presencia de los representantes de las diferentes instituciones organizadoras como son la propia Biblioteca Nacional de España; el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos; el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) a través del Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo (CEHOPU); el Gobierno de Canarias, el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, la Fundación Juanelo Turriano y la Universidad Politécnica de Madrid (Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos).
En su locución en el acto celebrado en una repleta sala Recoletos, Marco González explicó el hito que supone para la ciudad esta muestra, que difunde el legado de uno de los portuenses más ilustres “dando a conocer su obra y, sobre todo, su visión a la hora de aplicar lo mejor de la ciencia para ofrecer soluciones novedosas en las ciudades de aquellos países en los que trabajó”.
“Cuando hablamos de ingeniería, también estamos hablando de Cultura en su concepto más expandido, donde las artes y la ciencia se unen para compartir el progreso a la hora de mejorar la vida de las personas, campo en el que Betancourt destacó sobremanera, siendo parte ya de nuestra historia y de nuestra identidad como también lo son personajes como Tomás de Iriarte o Agustín de Espinosa entre otros”, explicó el alcalde, quien junto al resto de intervinientes puso en valor el reconocimiento en vida a su obra porque su trabajo traspasó fronteras y acercó países y distintas formas de entender, en este caso, el progreso en el desarrollo urbano de las ciudades en las que vivió y en las que dejó su huella el genio portuense.
Por último, el alcalde quiso agradecer la presencia de todas las administraciones implicadas, que han trabajado de forma coordinada para hacer realidad esta exposición que se abrirá al público en el día de hoy y que tiene en la Biblioteca Nacional “un marco merecido para que sus visitantes puedan conocer de primera mano las aportaciones singulares y vanguardistas en el terreno de la ingeniería, que Agustín de Betancourt ofreció a lo largo de su insigne trayectoria, una muestra que ya es parte de la historia de nuestra ciudad y de nuestro país” .
Ingeniero Cosmopolita
Nació en Puerto de la Cruz, desde donde se trasladó para trabajar en las Cortes de Madrid y se exilió en Francia antes de instalarse en San Petersburgo al servicio del zar Alejandro I; doscientos años después de su muerte, esta exposición recupera el legado de Agustín de Betancourt y la singular singladura geográfica y profesional de un científico excepcional.
Betancourt 200 (1978-2024) abre mañana al público en la sede principal de la Biblioteca Nacional, en Madrid, y hasta el próximo 24 de mayo los visitantes podrán descubrir la extraordinaria labor del ingeniero español, sus conexiones con numerosas autoridades políticas y científicas en la Europa de las Luces o el ingenio que desplegó con reyes y ministros.
Cosmopolita, inventor, viajero, ingeniero y hasta espía; la fascinante trayectoria de Agustín de Betancourt queda plasmada en una muestra que abre en Madrid que recorre la labor del ingeniero español en cada uno de los lugares donde recaló; cómo estudió algunas máquinas e inventó y desarrolló otras; cómo contribuyó a fundar las primeras escuelas y museos de ingeniería en España o en Rusia; o el decisivo papel que jugó para impulsar un cuerpo profesional cuya proyección e importancia dura hasta hoy: el de los ingenieros de caminos y canales.
Muchos de los nuevos caminos que se abrieron en el siglo XIX para facilitar las comunicaciones europeas o las infraestructuras de abastecimiento llevan el nombre de Betancourt, y algunos de los mecanismos que permitieron transmitir esos conocimientos de un lugar a otro de la geografía arrastran también su firma.
Hijo de un militar y de una aristócrata que se encargó de su educación, en su biografía destacan además algunos nombres de mujer, y entre ellos el de su hermana María del Carmen, considerada como una las primeras científicas españolas y junto a quien inventó la máquina epicilíndrica para entorchar la seda y otros inventos que revolucionaron la industria textil.
Supervisó la construcción de las minas de Almadén; protagonizó el primer lanzamiento de un globo aerostático en España (desde la Casa de Campo de Madrid en 1783); y viajó a París, donde entró en contacto con algunos de los científicos franceses más destacados de la época.
Y desde Francia viajó a Inglaterra, en una misión que hoy se podría calificar de espionaje industrial, para conocer a James Watt y averiguar los secretos de la máquina de vapor de doble efecto que estaba desarrollando; a su vuelta a París, reprodujo y replicó una de esas máquinas, consideradas como uno de los elementos claves de la modernización económica y de la industrialización.
Pero su faceta como científico y como inventor apenas conoció límites y la muestra de la Biblioteca Nacional refleja esa vida, durante la que instaló el primer telégrafo óptico entre Madrid, contribuyó a la organización de la expedición Malaspina, considerada como una de las primeras expediciones científicas alrededor del mundo, y enseñó a Goya la técnica del grabado a la “aguatinta”, que él había aprendido en Inglaterra y que el pintor aplicó en sus Caprichos.