Icod vive el tradicional arrastre de las tablas de San Andrés

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Un ligero aroma a tea de pino canario inunda Icod, los pantalones repletos de parches son rescatados del fondo de los armarios, los cucuruchos de castañas candentes vuelven a estar dentro de carta y el clamor popular de un “¡voy, voy, voy!” toma las calles de la Ciudad del Drago.

Regresa, como cada año los días 29 y 30 de noviembre, la celebración de las Tablas de San Andrés en Icod de los Vinos. Un acontecimiento que, coincidiendo con la apertura de las bodegas y la degustación del vino nuevo, ha trascendido de generación en generación, en el que los vecinos se arrastran sobre tablas de madera por las calles más pendientes del lugar, topándose al final de las mismas con un desordenado conjunto de neumáticos en desuso.

Las famosas Tablas de San Andrés cuentan con la peculiaridad de emanar directamente de los vecinos icodenses, convirtiendo la tradición en una auténtica manifestación espontánea y popular. Y es que, desde una temprana edad, los niños cargan (como pueden) sus tablas de madera elaboradas para la ocasión, dirigiéndose hacia la calle pendiente más cercana a su vivienda: San Antonio, Hércules e incluso, la más afamada, El Plano; en la que no todos se atreven a arrastrarse.

Eso sí, frotar una vela en la parte baja de la tabla para mejorar la velocidad del arrastre es una de las principales normas en cualquiera de las calles homologadas para la tradición. Para los participantes más atrevidos e innovadores, las tablas de madera pasan a un segundo plano, dando lugar al vertiginoso metacrilato.

En el pueblo del Drago Milenario nadie se queda sin probar el arrastre en una tabla: niños, jóvenes, no tan jóvenes… Tal es así, que los colegios del municipio aceptan la denominada “fuga de San Andrés” y los estudiantes salen a las calles equipados con chándals, guantes y sus personalizadas tablas de madera.

El origen

A pesar de que el origen de las Tablas de San Andrés se pierde en el tiempo, sus actuales hipótesis coinciden en la carencia de un carácter religioso. El nombramiento de “San Andrés” como tal, ha sido fruto de la necesidad de clasificar las fiestas en el santoral tan enraizado en nuestra sociedad.

En este sentido, según asegura el propio alcalde icodense Francisco González al digital eldiario.es, la procedencia del arrastre podría estar relacionada con el trabajo de la madera en el pueblo. “Icod de los Vinos posee la mayor masa forestal de pino canario en la isla de Tenerife y situado en la costa del mismo (Playa de San Marcos), se encontraba un embarcadero cuyo propósito era exportar dicho material por mar hacia otros lugares”.

Por otro lado, la colonización portuguesa que existió en el municipio también pudo haber incidido en la celebración de lo que, a día de hoy, conocemos como las Tablas de San Andrés. Una teoría basada en la similitud sustancial del descenso en cestos de mimbre por las empinadas calles de Funchal, capital de la isla de Madeira.

Es por ello que, aunque ambas hipótesis residan en un posible inicio de la tradición, aún se desconoce con certeza el origen exacto de las fiestas. Eso sí, el pronunciado desnivel del terreno y las acentuadas pendientes de Icod de los Vinos han jugado el papel protagonista en este popular arrastre.

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