Fortaleza isleña

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Artículo de opinión de Oscar Izquierdo, presidente de FEPECO

Hay que escribir obligatoriamente sobre el espantoso incendio que ha estado asolando nuestra querida isla. Estamos todos conmocionados, con una perturbación desgarradora del ánimo, del cuerpo y sin querer caer en la cursilería, sino con sentido dolor, también de nuestro corazón. Los sentimientos de todos están a flor de piel, son más que evidentes. Se nos queman nuestros montes, nuestra tierra, estamos perdiendo verdadera riqueza natural. Ante esta calamidad, se ha exacerbado la sensibilidad, provocando, principalmente, irritación o enfado, que deja traslucir el cariño y amor verdadero que sentimos por Tenerife.

Siempre se ha dicho, para mayor productividad y eficiencia, que hay que hacer primero lo importante, por delante de lo urgente. En estos momentos, no se puede hacer esta distinción, que queda bonita teóricamente, pero que es muy peliaguda de aplicar a la vida diaria en muchas ocasiones y más, en casos extremos. Ahora toca lo inicial, aunque parezca una puerilidad decirlo, que es apagar, lo que está ardiendo en nuestras cumbres, porque aglutina la mayor necesidad. Después, cuando se termine, que nunca se olvidará, será el momento adecuado, para hacer un análisis sosegado, repensar lo que ha sucedido, pedir y dar cuentas, ver lo que sea hecho bien y lo que ha fallado estrepitosamente, así como, tomar nota, aprendiendo de lo sucedido, para que no vuelva a repetirse nunca más.

Tenerife saldrá adelante con firmeza, porque es una isla para crecer, con una potencialidad enorme, posibilitando que sepamos sobreponernos a las dificultades y lo conseguiremos una vez más. Juntos podremos reverdecer y hacer revivir otra vez nuestra isla, porque, sin duda, hay que reconstruirla con unidad y pasión. Las diferencias de criterios, prioridades a ejecutar, desavenencias propias del momento, enfrentamientos y oposiciones, no sólo hay que aparcarlos, sino también, dejarlos de lado, olvidarlos, para entre todos y con todos, conseguir levantarnos, aun si cabe, con más ímpetu.

La rabia, como personalización de la ira, enojo o enfado grande, nunca es buena compañera cuando se pasan por momentos de tensión, ciega el entendimiento, haciendo imposible el encuentro y diálogo e imposibilitando una voluntad certera. Es fácil decirlo, difícil contenerse, pero hay que ser responsables, prudentes, ecuánimes, comprensivos, son las mejores medicinas para tener la cabeza con la imperturbabilidad que se requiere actualmente.

La aparición constante de bulos, falsas noticias en las redes sociales, son verdaderas bolas de fuego que no ayudan, siendo sus impulsores unos desalmados, que alientan la descomposición, avivando la hostilidad, desde la mentira. Sería más que conveniente, que se investigaran, por quien tiene esa facultad legitimada, para descubrirlos, tomando a continuación las medidas oportunas, que sancionen su peligroso y malvado oportunismo. También, creemos que es precipitado acusar directamente a personas, entidades o instituciones, sin conocer con precisión y veracidad sus comportamientos durante todo este triste episodio. Hay que investigar mucho, pero con rigor, porque necesitamos conocer la verdad. Lo que no puede pasar, sería incomprensible e imperdonable, es que se quiera solapar las muchas preguntas que nos hacemos los ciudadanos, sobre cómo fue posible que se extendiera el foco inicial a la magnitud que ha tenido. Tiene que haber, cuando sea el momento adecuado, la máxima transparencia, sin miedo a lo que pueda descubrirse, porque así es como cicatrizan adecuadamente las heridas.

Como consecuencia del incendio, han aparecido inquisidores e inquisidoras que lo saben todo, condenando absolutamente a cualquier cosa que se mueva. Están haciendo mucho daño. Tenerife, al igual que ya ha pasado en otras islas, con fuegos, que incluso podríamos denominar históricos o más reciente, la erupción del volcán en La Palma, también, buscará camino, lo encontrará y saldremos reforzados.

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