Fueron tantas las situaciones insólitas que hasta acabamos por dejar de emplear el término que las englobaba en el ámbito de la política canaria: surrealismo. Ahora, en Icod de los Vinos, parecen haber rebrotado con la difícilmente explicable aprobación de los presupuestos municipales ¡por la oposición! En síntesis: el gobierno local presenta las cuentas, los grupos de oposición las enmiendan, aquél se abstiene y el voto favorable de éstos hace que prosperen. Es un más difícil todavía, igual hasta es exagerado decir el mundo al revés pero esa colección surrealista, desde luego, se enriquece con el episodio icodense.
Desde el principio del mandato se sabía que la configuración corporativa, fruto de los últimos resultados electorales, iba a propiciar inestabilidad, máxime si, por esas incompatibilidades y esos resentimientos que se suelen dar en algunos pueblos, no había una alianza política que favoreciera una gobernabilidad que, salvando inevitables diferencias en algunas cuestiones, permitiera ir timoneando a la espera de mareas menos inciertas. Curiosamente, el pactismo en cascada tan denostado, impregnado de un respetado principio de no agresión, es lo que ha ido salvando los trances inciertos.
La política proveerá, parecieron aceptar los actores. Hasta que llegaron los presupuestos del presente ejercicio y las diferencias intramuros que se han ido amasando durante estos casi dos años ya de ciclo corporativo han propiciado, precisamente, no un bloqueo sino un cuadro singular -será difícil encontrar antecedentes en el municipalismo español- del acto político más importante que el pleno de un ayuntamiento decide, resuelto con la aprobación de quienes, siendo corresponsables generales de las cuentas no siendo gobierno, ofrecieron una alternativa que, por cierto, no fue rechazada por los promotores de aquéllas sino convertida en abstención, a la espera de lo que pueda suceder. Pues es la hora de los actores, sí señor. Y necesitan destreza todos para que las cosas no empeoren. En el tablero todos tienen que mover ficha. A ver si saben.
Los grupos de oposición habían lanzado un mensaje atribuyendo al alcalde, Francisco González (CC), el mérito de haberles unido. Esos mismos grupos le piden ahora que se someta a una moción de confianza, prevista en la normativa reguladora del régimen local, pero de la que se tiene muy poca experiencia. La política habrá de proveer para saber si el alcalde toma la iniciativa y negocia alguna salida y si la oposición mantiene esa unidad monolítica de la que ha hecho gala con la contabilidad presupuestaria. El escenario, desde luego, es, cuando menos, curioso, retador; y requiere de una cierta audacia para encontrar un final satisfactorio.
Que nadie olvide, en cualquier caso, que los experimentos hay que hacerlos pensando en el interés general de la ciudadanía y del municipio. En situaciones así es donde se pone a prueba la visión, la madurez y la generosidad de quienes ejercen responsabilidades públicas. Sobrepasado el sorprendente impacto y recobrado el aire surrealista, procede dar pasos consecuentes.