La colección de los cantos goliardos de los siglos XII y XIII , que une la música de Carl Orff coro y solistas “Carmina Burana”, brilló anoche en el Teatro Cine Fajardo de Icod de los Vinos, ante más de 400 personas colgando el cartel de aforo completo.
La Coral Universitaria de La Laguna y la Coral Reyes Bartlet, en el 50 aniversario de ambas formaciones musicales, fueron las encargadas de poner voz a esta cantata de éxito mundial.
Entre el elenco, la soprano María José Torres, el contratenor Samuel Tapia y el barítono Borja Molina, dieron una lección de pureza elemental de los cantos latinos, perfectamente dirigidos por Alfonso López Raymond con una batuta pulcra y valiente.
El Ayuntamiento de Icod puso a disposición del público asistente, que por motivos de aforo quedaron fuera del recinto, una señal de streaming en directo que se ofreció desde la Sociedad Centro Icodense.
Los ‘Carmina‘
Tenemos que remontarnos a la Edad Media para dar con el códice que alberga estos Carmina (‘poemas o canciones’ en latín) y desplazarnos al sur de Alemania, donde se descubrió el manuscrito con los versos en la abadía Benediktbeuer. Su región, “Bura” en latín, le puso el gentilicio Burana a estos poemas.
El contenido de este manuscrito está formado por 318 textos. Casi todas sus rimas están escritas en latín pero también encontramos fragmentos en alto alemán medio (ancestro del alemán actual) y en francés.
Al principio del manuscrito aparecen poemas de carácter moral y satírico. La crítica se dirige a todas las clases sociales, con mayor dureza hacia la nobleza y el clero. Esto supone una clara excepción dentro de la tendencia medieval en la que se escribían fundamentalmente obras religiosas. La provocación continúa con los siguientes poemas, de tema amoroso, que conforman el grueso del manuscrito: este grupo de Carmina Burana nos habla de los placeres terrenales, el amor carnal, o el goce de la naturaleza.
Para rematar el códice se reunió una serie de poemas que elogiaban la bebida y describían juegos y burlas. El códice nos presenta la llamada Rueda de la Fortuna, que acompaña al famoso poema que después musicalizó Carl Orff.
La diosa Fortuna, relacionada con la mitología romana con la suerte y la fertilidad, aparece sentada en el medio de una rueda con un pergamino vacío en cada mano. Otras cuatro figuras se encuentran alrededor de la rueda; la superior representa buena suerte, mientras que la inferior sufre los castigos de la diosa.
El poema al que acompaña describe cómo Fortuna hace girar la rueda a su antojo para aliviar o para oprimir a los hombres. Así, dice el poema, la suerte puede hacer que perdamos la salud y la riqueza con sólo girar su perversa rueda. “porque la suerte derriba al fuerte”, dice un verso. Un tema atemporal que preocupaba a los seres humanos ya desde la Edad Media y continúa estremeciéndonos hoy.