Salvador García Llanos Presidente de la Asociación de Periodistas de Tenerife
Entrega del Drago de Honor del CIT de Icod de los Vinos a Los Sabandeños, con motivo del Día Mundial del Turismo
“Del día y del aire dueños a través de la canción, tirando de la atención Los Sabandeños nos llegan al corazón. Llegaron Los Sabandeños…” Son versos del poeta Agustín Millares dedicados al grupo en una actuación en el teatro ‘Pérez Galdós’ de Las Palmas de Gran Canaria.
Hoy están aquí, en efecto, para recoger su Drago de Honor, que concede el Centro de Iniciativas y Turismo de Icod de los Vinos en una fecha que conmemora el Día Mundial del Turismo. Se reconoce con esta distinción toda una trayectoria que ha tenido numerosos episodios en esta localidad, en sus barrios y en sus entidades sociales, donde la música y el canto de Los Sabandeños sonaron siempre con la frescura y la garra, con la armonía y el ensamblaje de un colectivo que empezó siendo parranda para terminar transformado, mediante una colosal obra músico-vocal, en uno de los mejores grupos de música popular de todo el mundo.
Vamos a intentar condensar sus orígenes y una trayectoria exitosa en la que no han faltado avatares, brillantez y momentos de tensión.
El que fuera bibliotecario de la sociedad ‘El museo canario’, el autor de ‘Tirma’, un romance sobre la conquista de Gran Canaria, llevado al cine en 1954, y del poemario “La flor de la Maljurada”, Juan del Río Ayala, escribió que el grupo “bucea sabiamente en las reliquias bastante dispersas de la música popular canaria para darnos unas versiones autenticadas con la impronta, recia y bravía, del sentimiento de nuestro pueblo isleño, sobre todo el del campesino tan apegado a la entraña de la tierra”.
Por eso, Los Sabandeños siempre gustaron tanto en esta “ciudad embrujada de leyenda, tallada de lirismo”, que diría el gran prosista orotavense Juan del Castillo León. Porque el icodense del campo, del monte, del litoral pesquero, de la mágica plaza de la Pila y de las bodegas tentadoras, siempre se identificó con el estilo de quienes como nadie interpretaron canciones, estrofas y coplas que, formando parte del acervo popular y de los aires típicos, o bien adaptadas de su extracción de otros géneros y de otras latitudes donde era relativamente fácil conectar con raíces isleñas, siempre atrajeron por su entrega y compromiso, por su incesante creatividad.
El origen cierto de Los Sabandeños no fue el de constituirse en la finca de Sabanda en la Punta del Hidaglo, como románticamente siempre se ha dicho, aunque sí es veraz que la Punta fue el lugar donde casi sin querer, se fue conformando y estructurando esta agrupación que adquiriría renombre universal.
El doctor Carlos García, antiguo componente, nos refrescó estos orígenes, nombres y apellidos. Un grupo de jóvenes, casi adolescente, veraneantes laguneros en su mayoría en la zona de la Punta, entre los que estaban Manuel Luis Medina el Minuto, emparentado con la familia de los Ramos; Falo Perera, también con parentesco puntero; Juan José García el Calzones; Martín Palazón; Gonzalo Bravo; Quique Lecuona; los tres hermanos Bacallado… Todos ellos, bajo la peculiar pauta pedagógica de Quique Martín el Peta, que era, como se suele decir en nuestro habla coloquial, el más viejo.
Se fue configurando una parranda, de esas que tocaba en las casas familiares, en celebraciones y fiestas locales. Así, con Sebastián Ramos el Puntero y con su familia, se fueron “organizando” hasta convertirse en lo que la gente comenzó a llamar “La parrada de La Punta”.
También en las ventas y casas de comida, como la del ‘Abogado’, que muchos de ustedes conocerán, la venta de Lala, se juntaban para hacer música y cantar con gentes de la localidad que acudían y se arrimaban al son de los acordes de guitarras, laúdes y timplillos: los Ramos, Sebastián, Celestino, Manolo, Olga…, el Bichillo, Pancho Cantarranas… todos participaron alguna vez en aquella parranda. Eran los finales de la década de los 50.
Hay que hablar de otro germen: el grupo de Coros y Danzas de la entonces denominada Sección Femenina, en el que intervenían, entre otros, Julio Fajardo, Leoncio Bacallado, Juan Oliva y el ya nombrado Quique Martín.
Incluso se conformaría una orquesta, si se nos permite la expresión, de música moderna. Se llamó ‘Los Universitarios’ y de la que formaron parte, entre otros, Paco Ucelay, Falo Perera, Julio Fajardo, Oliva, Domingo Luis Martín, Leoncio Bacallado, José Luis Palacios, Domingo Díaz Castro y Julio González Alonso el Cuisco. Ya en 1960.
La Capilla Palestrina fue otro nido donde los nombrados, y también Elfidio Alonso, afinaban bajo la dirección del inolvidable padre Adán, canónigo de la Santa Iglesia Catedral.
Y no puede dejar de consignarse –apunta el doctor García- la aportación de Luis Ramos Falcón, tío de El Minuto, miembro del Orfeón La Paz que aglutinó en torno a su figura una parranda folklórica que fue conocida como “La parranda de don Luis”, la cual participaba en romerías y fiestas de los municipios de la isla, especialmente en La Laguna y Güímar. A Falo, Julio, Elfidio y Kike se sumaron otros amigos de la zona de Bajamar, como Manuel Alonso el Yoli y José Antonio Arbelo el Lupi. Además de Miguel el Naripa y Juan el Calzones. Confiamos en que nadie se moleste por la mención de los nombretes o apodos, pero ya saben que muchos eran más conocidos por sus propios motes que por sus nombres.
Estamos ya en 1965. Tras la conformación de esa parranda de La Punta y la grabación del primer disco, en el Ateneo, en 1967, que se realizó por el hecho de tener un disco grabado, dado que música y voces sonaban muy bien, fue Elfidio Alonso quien tuvo una visión futurista de la creación de un grupo folklórico, idea que a nadie de los verdaderos protagonistas primigenios de aquella parranda de amigos, se le había ocurrido.
Por cierto, al grabar aquel primer disco se vieron en la necesidad de nominar al grupo. De ahí surge el topónimo de Sabanda, finca de Peraza de Ayala, localizada en la Punta del Hidalgo, lugar de origen y predilección de todos aquellos jóvenes a los que encantaba la música popular. Luego, con el tiempo, la leyenda ha transformado que el lugar elegido fue la finca de Sabanda, por ser el lugar donde se reunían los veranos. Pero la verdad es que el grupo no nació en la finca de Peraza de Ayala. En definitiva, que de Sabanda, Los Sabandeños.
Para la grabación del primer disco se agregaron, como elementos de apoyo, los hermanos Duque, Manolo el Yoli, Ramón Torres, Juan Santana… que han pasado a la historia como el grupo original o fundador de Los Sabandeños. Fueron diecinueve componentes los que mostraron por primera vez en público su rostro. Y lo hicieron portando todos y cada uno de ellos, en fotos individuales, una manta esperancera, idea de Quique, quien tenía una en su casa. Se le ocurrió que una imagen, con la manta, quedaría para uniformar a los integrantes. Desde entonces ha sido la seña de identidad visual. Aquélla dio como fruto un single con cuatro canciones, producido por el sello o compañía TamTam.
La presentación oficial de Los Sabandeños se registró el 11 de febrero de 1968 en el Ateneo de La Laguna. ¿Saben quién fue el presentador? Ni más ni menos que el escritor y periodista tinerfeño, director del desaparecido diario La Tarde, Alfonso García Ramos.
De una manera casual, y sin que nadie se lo propusiera, fue Elfidio Alonso quien asumió “el mando y la dirección” del flamante grupo, posiblemente porque ningún otro miembro tuvo intención ni interés en hacerlo. Desde entonces se ha mantenido en tales tareas.
La irrupción en el universo del folklore canario se produjo en un momento acertado y oportuno, dado el escaso interés y el nivel que tenía la música popular en aquel momento: Los Huaracheros, María Mérida, la Sección Femenina… y poco más. La aparición poco menos que conmovió las conciencias y ofreció una visión diferente de la música canaria, desde ese momento, más atrayente y con enganche, no solo entre los mayores sino también entre amplios sectores de juventud.
Hasta 1972, cuando se produce la primera ruptura, se van incorporando destacados intérpretes: José Antonio el Sebas, los Torres, de la Esperanza, Santiago, Heraclio, Antonio, Francisco, Paco Páez y el grande, el mismísimo Dacio Ferrera.
Con la ruptura, abandonan una mayoría de sus fundadores y se integran los hermanos Feria, Manolo y Paco, junto a otra serie de amigos, Julio Tejera, Alfonso Prendes y Manolo Melián. Esta segunda formación fue la que grabó por primera vez La cantata del mencey loco, que, sin duda, marca un punto de inflexión en la historia del folklore de Canarias, aunque también fue uno de los motivos que acarreó la segunda fractura.
Y es en 1976 cuando se conforma la tercera versión, si se puede decir así, de Los Sabandeños, cuando se incorpora el doctor García, a quien agradecemos, aquí y ahora, su valiosa fuente memorística para completar este texto. Es esa tercera versión la más longeva a lo largo de la historia. Por ahí aparece la figura de Manolo Mena. Más de treinta años en el grupo, la etapa artística y comercial más fructífera. Cosecha de premios nacionales e internacionales, distinciones de discos de platino y de oro, viajes al extranjero, recitales, grabaciones, reconocimientos, calles, plazas, medallas, un Premio Canarias… Eran, sí, como recitó Millares, los dueños del día y del aire.
Surge Achamán, grupo afín, los jóvenes Sabandeños. Destaca por su labor, como director musical, Héctor González que realiza una espléndida tarea musical que encumbra, aún más si cabe, la fama del grupo que sigue obteniendo distinciones y reconocimientos.
Pero es en 2007, cuando se produce una nueva ruptura. Por desavenencias con el propio Héctor González y por problemas derivados de la propiedad intelectual y social de Los Sabandeños, se registra una desestructuración al abandonar la formación dieciocho componentes. De ahí brota Atlantes, que hoy en día continúa su andadura.
Elfidio Alonso retoma las riendas en aquel momento delicado e incorpora a Benito Cabrera que pasa a ser el nuevo director musical. Y así hasta 2020, cuando es relevado, hasta nuestros días, por Israel Espino.
En las pasadas Fiestas del Cristo de La Laguna se consigna su última gran actuación, en el cuadragésimo tercer concierto, el más longevo de todo el Estado español.
Casi nueve lustros de ininterrumpida labor, cincuenta y cuatro discos, muchos de larga duración, un riquísimo archivo sonoro que recoge parte del legado tradicional, composiciones propias y magistrales versiones dan la medida de una fecunda y singular experiencia artística en el campo de la música popular.
En fin, esta es la síntesis de quienes hoy recogen el Drago de Honor, un galardón que añadir a su extensa trayectoria, labrada paso a paso, canción a canción, disco a disco, actuación tras actuación, alguna de las cuales hemos tenido el honor de presentar.
El de Los Sabandeños es el canto del pueblo, el que ha hurgado en nuestras raíces y nuestra historia, el que la ha prestigiado y situado en el mapa de la universalidad musical.
Los Sabandeños, ”voceros de amplios sueños, nos devuelven la razón”, como dijera Agustín Millares. El pueblo icodense, siempre generoso, ha sabido ponderar esta trayectoria pletórica de hitos y éxitos a la que esta noche, con el respeto de siempre, ha querido corresponder.