El Cabildo de Tenerife entregó este viernes el título de Hijo Ilustre de la isla de Tenerife a Javier Dorta, doctor en Medicina y Cirugía, y especialista en Medicina Interna y Oncología Médica. Esta distinción honorífica le ha sido concedida como reconocimiento a su trayectoria humana y profesional en el campo de la medicina, la investigación oncológica y la docencia.
En el acto, celebrado en el Salón Noble de la Corporación insular, y ante numeroso público, entre los que se encontraban familiares, amigos y compañeros de Javier, así como autoridades del ámbito civil y militar, el presidente Carlos Alonso señaló que “sus frutos profesionales en forma de reconocimientos y logros alcanzados a nivel académico y científico son indudables, como también sus méritos a nivel humano”.
A su vertiente académica, hay que sumar su ingente labor investigadora, centrada especialmente en el cáncer. “Y su constancia”, resaltó el presidente insular quien indicó que el cáncer es “una enfermedad recurrente, cuya incidencia crece tanto como su esperanza de vida, pero que nos obliga a no bajar la guardia y a dedicar todos nuestros esfuerzos, sobre todo de las administraciones públicas, a la prevención control y mejora de la calidad y esperanza de vida de los pacientes”.
Alonso señaló que España tiene un potencial enorme en la investigación biomédica y valoró el esfuerzo de muchos pioneros y del sistema de salud en España pero añadió que “ese esfuerzo debe traducirse en una mayor contribución a la capacidad de generar economía industria y empleo”. En el caso de España, ese impulso es más precario en el caso de las islas, dijo. “Pioneros como Javier Dota ayudaron a construir y desarrollar un ecosistema de innovación en las islas que todavía no está suficientemente desarrollado por falta de alimento constante del sector público pero, sobre todo también, por la falta de interés y ánimo en el sector privado”.
El presidente del Cabildo equiparó a Javier Dorta con la figura del canario Agustín de Bethencourt, ambos pioneros en su campo, y dijo que “debemos sumar muchos Agustines de Bethencourt que se queden en las isla para ayudar a levantar un edificio un sistema junto a empresas tecnológicas en donde hagamos progresar el conocimiento generando empleo y economía”.
Al recibir su distinción, Javier Dorta se mostró muy agradecido por lo que la vida le ha dado, aunque haya habido veces en que no haya alcanzado a entender situaciones duras y complicadas, según reconoció. También tuvo palabras para todos aquellos compañeros que a lo largo de su carrera médica trabajaron con él, formando un equipo, colaborando con un mismo fin: la atención a las personas.
El ya Hijo Ilustre de Tenerife aseguró que su único mérito han sido los más de cuarenta años dedicados al desempeño de su profesión médica y la relación con los pacientes de cáncer y recordó la época en que estos pacientes no disponían de atención específica ni especial. Dorta señaló que fue entonces cuando inició un largo e insistente camino para conseguir esa necesaria atención “diferente” para estas personas. Terminó diciendo que “donde no hay visión de futuro el pueblo desaparece”.
Una vida dedicada a los demás
Javier Dorta nació en Icod de los Vinos en 1944, ciudad donde transcurrió su vida hasta que cumplió los 16 años, momento en que su familia se trasladó a Santa Cruz. Estudió la carrera de Medicina en Granada, como alguno de sus familiares, y fue en Barcelona, en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, donde se estableció hasta finales de 1972. Ese año empezó a trabajar en Tenerife, formando parte del servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria, donde ha sido Jefe del Servicio de Oncología Médica hasta su jubilación.
La familia es un pilar clave en su vida. Tiene tres hijos, la mayor dedicada también a la medicina, y tres nietos. Es afable, sincero, entregado a los demás, apasionado de la medicina y empeñado en mejorar la calidad de vida de sus semejantes.
Su profundo conocimiento de la medicina, especialmente en el campo de la oncología, le ha hecho obtener grandes resultados, muchos de los cuales se recogen en numerosas publicaciones de revistas especializadas en el sector. Entre ellas, destacan publicaciones en revistas internacionales, como las americanas Cancer, Support Care Cancer, y American Journal of Clinical Oncology, o Annals of Oncology, sobre trabajos realizados en el seno del Servicio de Oncología Médica del Hospital de La Candelaria, en beneficio de sus pacientes.
También es muy valiosa su aportación al trabajo de investigación a través del Instituto Canario de Investigación del Cáncer, ICIC, creado bajo su inspiración en 2001 y del que sigue siendo presidente. El ICIC ha ocupado una parte muy importante de su tiempo con la finalidad de alcanzar los objetivos que justificaron su creación y que ha contado con el apoyo del Cabildo de Tenerife desde su constitución.
Entre sus méritos destaca que ha sido galardonado con el título de Hijo Predilecto del municipio de Icod de Los Vinos, con el que se le reconoce su dedicación a la vida de los demás y especialmente a muchos icodenses. De igual modo, su trabajo goza de prestigio en el ámbito insular, nacional e internacional, como lo acreditan los diferentes cargos que ha desempeñado y desempeña.
Entre ellos destacan el de académico numerario de la Real Academia de Medicina de Canarias, académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina, ex-miembro del Consejo Científico de la Escuela Europea de Oncología (ámbito Ibérico), ex-presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), ex-presidente de la Federación de Sociedades Españolas de Oncología (FESEO), ex-miembro de la Comisión Nacional de la especialidad de Oncología Médica (Ministerio de Sanidad), presidente del Instituto Canario de Investigación del Cáncer (ICIC) y de la Fundación del ICIC, miembro del Comité de Expertos para la Financiación y Sostenibilidad del Sistema Canario de Salud, y ex presidente de la Real Academia de Medicina de Santa Cruz de Tenerife (Distrito de Canarias)
Después de 40 años de trabajo en la asistencia de los pacientes de Medicina Interna y especialmente en la Oncología, y en la enseñanza dentro del departamento de Medicina Interna en la Facultad de Medicina, finaliza su actividad una vez jubilado, dando paso a los más jóvenes. Este hecho le ha permitido dedicarse a otras actividades o aficiones que tenía pendientes, y dedica parte de su tiempo a la música, donde se desenvuelve con el clarinete, y a labores agrícolas.