Cacharros e ilusión en la víspera de San Andrés en Puerto de la Cruz

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Hay un día en el año que el rumor del mar que embriaga la plaza del Charco de Puerto de la Cruz muta a ese sonido ensordecedor y metálico, ese ruido que evoca esa legendaria historia que abriga esta tradición que pervive como legado así pasen los años y generaciones y generaciones de portuenses: la tradición de ‘Correr el cacharro’.

El Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, con la participación del Plan de Formación en Alternancia con el Empleo de Dinamización Comunitaria, acoge y hace suyo este legado ofreciendo todo tipo de cacharros en forma de lata a las familias que se dan cita año tras año cada 29 de noviembre. También las hay que vienen preparadas desde casa con un cacharro de diseño que puede parecerse a una rana, una serpiente o hasta un cohete.

Sin embargo, lo que es común es ese sonido que es la banda sonora de una historia que comenzó, dice la tradición, cuando los bodegueros bajaban de las zonas altas arrastrando los toneles del vino para limpiarlos a la orilla del mar. Residentes y también muchos turistas con sus niños y niñas, participan indistintamente en una tradición que así traspasa fronteras y que también se celebran en los distintos barrios de la ciudad, a iniciativa de las asociaciones vecinales y las comisiones de fiestas que, sin duda, hacen que esta tradición siga perviviendo, convirtiéndose en una de las favoritas de los niños y niñas de la ciudad.

La guinda de esta celebración se puso en el entorno del muelle histórico, en un encuentro musical en el que participaron desde última hora de la tarde hasta bien entrada la noche el Grupo Tres Quintos, la Parranda El Timplillo y el Grupo Folclórico Añate, que, al olor de las tradicionales castañas, festejaron San Andrés como se merece.

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