El Cabildo reconoce la labor de los Centros Alfareros por mantener vivo el acervo cultural de Tenerife

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El Cabildo de Tenerife ha reconocido en el día de ayer a los Centros Alfareros de Tenerife con motivo del Día Insular de la Artesanía. En concreto, se ha homenajeado a los Centros Alfareros de Las Miquelas (Candelaria), Centro Alfarero Cha Domitila de Arguayo (Santiago del Teide), Centro Alfarero Doña María Barrios (San Miguel) y Centro Alfarero de La Guancha. Las piezas de alfarería tradicional que se trabajan en estos centros son el bernegal, talla, brasero, orza, lato, escudilla, tostador, tinaja, olla, lebrillo, gánigo, cuquito y tarro de ordeño.

La presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, y el consejero de Empleo y Educación, Efraín Medina, presidieron el acto celebrado en el Salón Noble en el que estuvieron presentes los alcaldes de los cuatro municipios, Emilio Navarro (Santiago del Teide), Mari Brito (Candelaria), Arturo González (San Miguel) y Antonio González (La Guancha), así como representantes de los centros alfareros distinguidos.

Rosa Dávila indicó que “es realmente inspirador el esfuerzo por recuperar y dar vida a los utensilios utilizados por los guanches demostrando que la utilidad y la belleza de las formas pueden coexistir con armonía. Hoy celebramos la riqueza de nuestras manifestaciones socioculturales que se han convertido en un verdadero arte que debemos mantener y cultivar para que sigan siendo referente en el futuro”. Así, felicitó a los cuatro centros alfareros de la Isla “por la labor incansable que realizan para mantener el acervo cultural de Tenerife

Por su parte, Efraín Medina señaló que el reconocimiento es justo porque los centros alfareros “han salvado salvar un oficio de tradición aborigen y poner en valor una actividad tan apegada a nuestra cultura como es la alfarería. Los centros también han estudiado y sacado a la luz la información de estos centros alfareros que en su momento cumplieron un importante cometido en el marco de una colectividad esencialmente rural, atesorando conocimientos seculares en términos de ritual y sabiduría campesina”.

 La isla de Tenerife, durante todo el siglo XIX y buen aparte del XX, contó con un gran número de centros alfareros que abastecían a la mayor parte de la población de la isla de un rico y utilitario ajuar de piezas de barro, trabajadas a mano y que se caracterizaban por técnicas prehispánicas, piezas hechas en su mayoría por mujeres y un trabajo realizado exclusivamente a mano sin torno.

Con el paso del tiempo aquellos centros alfareros sufrieron un proceso desolador, así como la embestida de un nuevo modelo de vida que contribuyó, salvo contadas excepciones, a su desaparición. En la actualidad y después de un proceso de recuperación se mantienen vigentes los centros de Las Miquelas, Cha Domitila, Doña María Barrios y La Guancha.

Centro Alfarero “Cha Domitila” Arguayo (Santiago del Teide).

Se creó en un pequeño poblado guanche que se estableció en la zona Suroeste de Tenerife denominada Arguayo, cerca del Roque del mismo nombre con una fuente de agua a sus pies.Una de las características de esta alfarería es que está hecha por mujeres y para cubrir las necesidades de la actividad pastoril de los hombres del lugar. Lo más común eran recipientes de ordeño, para calentar leche, tostadores de grano, etc.Su mayor apogeo fue a finales del siglo XIX y principios del XX, en esos momentos casi todas las familias del lugar se dedicaban a la loza, que vendían por la zona norte y sur.En los años ochenta, se producen las primeras labores de rescate y en 1986 se funda el Museo etnográfico y taller alfarero “Cha Domitila”

Actualmente el centro se encuentra situado en una vivienda de arquitectura popular tradicional que acoge la producción que se mantiene fiel a las formas y tipologías del pueblo guanche: tallas, bernegales, tostadores, gánigos, lebrillos…. con gran dominio de la técnica y materias primas de la zona.

Centro Alfarero de San Miguel de Abona.  Museo Casa El Capitán.

En San Miguel de Abona había diferentes núcleos alfareros: El Drago (El Roque) o la Garañaña (San Miguel casco); después de varios años de investigación que se ha desarrollado desde el Área de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de San Miguel, se han descubierto que hubo otros dos de gran importancia La Hoya y El Frontón. Estos núcleos se remontan a la época prehispánica y a la evolución de la sociedad, que demanda otro tipo de piezas.

En la actualidad en el museo Casa El capitán se desarrolla un proyecto que lleva años en funcionamiento donde se hacen reproducciones de todas las tipologías de antaño con los mismos barros, herramientas y quemadas en hornos de leña, de esta manera se asegura un oficio que había desaparecido a mediados del siglo XX.

Este centro ha sabido conservar en su seno un preciado patrimonio que, a partir de su origen guanche, ha evolucionada hasta los momentos actuales. La alfarería tradicional es uno de los oficios que mayor importancia tuvo en el Municipio de San Miguel y de toda la comarca Sur en siglos pasados, su loza ha evolucionado de las técnicas utilizadas por los aborígenes.

Las piezas más reconocidas son las ollas requemadas, bernegales, tostadores orzas o tarros de ordeño, pero también producen piezas únicas no encontradas en otros centros alfareros de la Isla como el plato decorado o la tina de vino.

Centro Alfarero La Guancha.

La Alfarería Tradicional en la Guancha jugó un papel destacado en el municipio donde llegaron a existir 15 hornos en la zona de El Farrobo. Las piezas destacan por sus formas y decoración primitivas que abastecían las necesidades de los campesinos del momento y que sigue vinculada a la cerámica aborigen.

Elaborada generalmente por mujeres, sus formas son sencillas y sus técnicas vinculadas a la cerámica aborigen donde destacan los bernegales, tostadores, braseros y variedad de pieza de loza.

Centro Alfarero “Casa Las Miquelas” Candelaria.

En el municipio de Candelaria, la alfarería ha constituido una parte muy importante de su pasado. Junto a la pesca fue la base de la subsistencia de muchas familias a lo largo de los siglos.

Candelaria, perteneciente a los bandos de paz durante la Conquista, fue lugar preferente de asentamiento aborigen y se encuentra documentada la presencia de familias de “naturales” desde el siglo XVI. Esta presencia del pueblo guanche, también se vincula directamente con el culto a la Virgen de Candelaria, símbolo de la unión entre culturas. La alfarería de Candelaria es directa heredera de la elaborada por los naturales guanches. Una forma ancestral de alfarería, realizada a mano, sin el empleo de torno.

Históricamente, el alfar de Candelaria destacó frente a otros, tanto por su amplia producción, como por la calidad de las piezas, hasta el punto de que éstas llegaron a ser muy apreciadas fuera de Canarias. En el siglo XVIII y principios del XIX, época de máximo esplendor, sus piezas se exportaban a diversos lugares de la Península y América.

Desde la segunda mitad del siglo XIX, y especialmente en la primera mitad del XX, la alfarería del municipio entró en decadencia, a causa de la llegada a las islas de cerámicas industriales o piezas utilitarias de otros materiales más baratos, como plástico y latón. Desde principios del siglo XX se rompe la transmisión del oficio de madres a hijas, pues las nuevas generaciones empiezan a dedicarse a oficios menos penosos y más rentables. En la década de los 80 del siglo XX falleció la última alfarera de Candelaria – Cándida “Candita” Tejera Sosa-, perdiéndose definitivamente la continuidad del oficio.

La corporación municipal apuesta por la recuperación de la alfarería de Candelaria, constituyéndose el Centro Alfarero “Casa las Miquelas” desde el año 2007 hasta la actualidad.

Tipologías de las de piezas alfarería tradicional

Bernegal:  Vasija de forma bitroncocónica, de base estrecha, pronunciada barriga, boca ancha y borde reentrante. Se usaban para recoger agua y almacenarla fresca.

Talla: Vasija de forma globular, de borde vuelto y apéndices contener agua.

Brasero:  Vasija que consta de dos cuerpos con base cilíndrica y con cámara de aire. La parte superior o plato era ancha para colocar el carbón. Se usaba a modo de cocinilla, para cocinar alimentos, calentar a la plancha o como estufas en días de frio.

Orza: De acabado tosco, almagrado en su interior y con exterior alisado y bruñido. Se utiliza para almacenar o conservar alimentos.

Plato: Vasija baja y redonda, cóncava en medio y con borde comúnmente plano alrededor, que se emplea para servir y comer en él. Pieza almagrada en su totalidad.

 Escudilla: Recipiente común de pequeño tamaño, más ancho que honda. Se utiliza en la cocina.

Tostador: Bandeja circular de fondo semiesférico casi plano, con un vertedero abierto muy amplio y un mamelón o saliente cónico colocado en el borde.  Acabado alisado interior y recortado exterior para tostar el grano (Café, trigo, etc.)

Tinaja: Vasija de barro cocido panzuda y de fondo pequeño y boca grande, almagrada para almacenar agua traída de la fuente o alimento.

Olla: Recipiente de boca ancha y provista de asas con base redonda para que el fuego cubra más superficie. Servían para cocinar los alimentos.

Lebrillo: Vasijas semiesféricas, con borde grueso, embellecido con muescas y en ocasiones decorado. Se usaba para amasar gofio y/o servir alimentos diversos.

Gánigo: Recipiente semiesférico con pie exterior Usos diversos: los pequeños para servir y comer y los mayores para fregar la loza o para la higiene destacan los gánigos con agujero en el fondo usados para escurrir las papas.

Cuquito: Piezas de pequeño tamaño que replican las tipologías de las piezas grandes. Pueden adquirir formas de animales. Se usaban como juguetes o de carácter decorativo.

Tarro de ordeño: Vasija cilíndrica o semiesférica, de escasa altura y amplia boca provista de vertedero abierto. Se utiliza para recoger la leche del ordeño de las cabras.

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