El presidente insular, Pedro Martín, señala que la retama “es un elemento diferenciador del Parque Nacional del Teide, y de un tiempo a esta parte está sufriendo muchísimo debido a diversos factores que la amenazan gravemente, por un lado, los efectos del cambio climático, pero por otro, la presencia de herbívoros que afectan directamente a su crecimiento”
Los vallados de exclusión y plantación son una herramienta necesaria para el control de determinadas especies que se hallan en peligro en el Parque Nacional del Teide, concretamente de la retama. Es por ello que el Cabildo de Tenerife ha aprobado un encargo mediante el cual se construirán cuatro vallados con la finalidad de aislar plantaciones de retama y erradicación de herbívoros en su interior, por valor de una inversión plurianual de 1.400.000 euros hasta 2025.
“Las inversiones en investigación de especies no se pueden resolver a corto plazo, sino que deben atender a una planificación a medio y largo plazo que de resultados evaluables”, ha indicado el presidente del Cabildo, Pedro Martín, quien señaló que “la retama es un elemento diferenciador del Parque Nacional del Teide, y de un tiempo a esta parte está sufriendo muchísimo debido a diversos factores que la amenazan gravemente, por un lado los efectos del cambio climático, pero por otro, la presencia de herbívoros que afectan directamente a su crecimiento”.
“La instalación de este tipo de infraestructuras ayudará al desarrollo de nuevas plantas y a evaluar y controlar su crecimiento en entornos controlados”, apuntó el presidente, quien añadió que el Cabildo “valora la gestión del espacio natural protegido más importante de la isla, que además tiene la categoría de Patrimonio Mundial de la Unesco y para ello establece mecanismos, de acuerdo con la dirección técnica del Parque, que orienten el cuidado y el desarrollo correcto de su biodiversidad”.
Por su parte, la consejera de Gestión del Medio Natural y Seguridad, Isabel García, ha indicado que se construirán cuatro vallados, dos en El Cerrillar, uno en Majúa, y un cuarto en la Cañada del Cedro, y se completará la instalación de ellos con “la realización de cartografiado mediante ortofotos realizadas con drones para evaluar el estado de la vegetación y su evolución y crecimiento, y si fuera necesario la plantación de nuevos ejemplares”.