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2023

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Artículo de opinión de Oscar Izquierdo. Presidente de FEPECO

Nuevo año, aunque es una figura retórica, porque no cambia nada, en comparación al último día del año pasado, significando, quizás ingenuamente, en la conciencia popular, comenzar y afrontar nuevos retos, por cierto, que todavía no sabemos cuáles van a ser. Los entendidos en las distintas ramas de las ciencias, principalmente sociales, se han dedicado durante los últimos meses a presentar pronósticos de todos los colores, negros, blancos o grises. Nunca coinciden en un argumentario común, que sería lo lógico y creíble, porque cada cual, son humanos, impregnan sus predicciones, aderezándolas con los ingredientes ideológicos, partidistas o interés particulares, que los mueven como hilos de una marioneta. No sabemos lo que va a pasar, además es lo normal, el pasado ya lo vivimos, el presente lo gozamos o sufrimos, el futuro es una verdadera incógnita. Hay una frase del novelista francés Victor Hugo, que siempre me ha gustado por su positividad, “el futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.

Dentro de la incertidumbre general, sí tenemos una seguridad incuestionable, en mayo, tendremos nuevas elecciones autonómicas y locales, hasta puede ser, que se unan las generales. Una fiesta de la democracia, como les gusta decir, de forma grandilocuente a los políticos. Podríamos ya dividir el año, en un antes y después del proceso electoral. Ahora toca los posicionamientos electoralistas, promesas, proyectos, inauguraciones, fotografías, sonrisas, encuentros con entidades sociales, económicas, culturales, deportivas y hasta gastronómicas.

Es el tiempo de los nervios, sin dormir y con traiciones inesperadas, de los suéldologos, por saber si van en las listas electorales en puestos de salida, porque está su futuro económico, de cuatro años, pendiente de un hilo o mejor dicho, de unos votos. Para ellos es un sin vivir, porque fuera de la política no tienen ni oficio, ni beneficio y cuatro años en la oposición se hacen largos, fríos y decadentes. A los políticos, no les va a quedar más remedio que arremangarse el hombro, mancharse con el contacto de los ciudadanos, aprender de nuevo, que por cierto, ya las conocen desde las elecciones anteriores,  a escuchar las necesidades o demandas sociales, además de hacer el tremendo sacrificio de abandonar por unas horas, todos los días, el confort del despacho con moqueta y aire acondicionado y bajar a la calle, dejando lo que tanto les gusta y presumen, que es el coche oficial a puerta de su casa, para envidia de los vecinos. Caminar, en un ejercicio que les va a venir muy bien para su salud. No podemos olvidar aquí a nuestro querido escritor español Francisco de Quevedo, en su famosa sentencia, “nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir “.

Permítanme un recuerdo personal, emotivo, del recordado y más añorado presidente Adolfo Suarez, cuando en su famosa intervención televisiva, dijo, repetidamente, la famosa frase de “puedo prometer y prometo” y lo hizo de manera eficaz, completa, con señorío. El único responsable público español, que cumplió escrupulosamente a lo que se había obligado. Ahora unos pseudopolíticos jovenzuelos, globalistas 2030, transmisores autómatas del pensamiento único, por cierto, el suyo, que se disfrazan de todos los colores, principalmente de sandía, rojos por dentro y verde por fuera, quieran hacer olvidar una Transición política ejemplar, como la que vivimos en España.

Lo que, si está seguro en Tenerife, es que antes de las elecciones se arreglarán las colas, aunque sólo sea virtualmente, por los más ingeniosos remedios que nos van a garantizar todos los partidos políticos, ya, si eso, después de las elecciones, volveremos a los atascos, a nuestra vida cotidiana.

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