Los Lavaderos de Susana acogen una de las sesiones más innovadoras del Festival del Cuento de Los Silos

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El Festival Internacional del Cuento de Los Silos ha homenajeado a todas las mujeres que han quedado relegadas a un segundo plano en la sociedad a lo largo de la historia. Los recién restaurados Lavaderos de Susana han sido el lugar perfecto para acoger una función en la que el poder de la mujer toma más importancia que nunca.

Los Lavaderos del barranco del Agua fueron construidos en 1924 para que la población lavase allí su ropa. La gente pudiente enviaba a sus criadas al lugar, siendo las mujeres las que desempeñaban esa labor. De esta manera, el lugar supuso un punto de encuentro para las mujeres del pueblo, donde además de realizar las tareas que las ocupaban narraban cuentos e historias durante la faena.

El público, que se reunió en los exteriores de la iglesia de Los Silos, anduvo por un sendero durante 15 minutos hasta llegar al lugar donde se llevó a cabo el espectáculo. La naturaleza acompañó el camino a un grupo de personas entusiasmadas por la iniciativa.

Al llegar, Ernesto Rodríguez Abad, director del Festival y narrador, rememoró cuentos que han quedado olvidados por el papel revolucionario de las mujeres, e hizo que una treintena de asistentes disfrutase en un entorno marcado por la naturaleza y por la historia.

La palabra fue suficiente para captar la atención de los espectadores, que escucharon durante aproximadamente una hora algunos cuentos que invitaban a la reflexión sobre el papel femenino en la sociedad. Ramón ‘preocupón’, El canto de las ballenas o Mariquilla fueron algunos de los cuentos narrados. El último, recopilado por Federico García Lorca en 1934, hizo hincapié en el olvido que han sufrido las mujeres en la historia. “Fue un cuento que la censura de la época hizo que se dejase de narrar, precisamente por el papel revolucionario que se le otorga a su protagonista, una mujer llamada Mariquilla”, apuntó Abad.

Al término, el narrador repartió al público unos calcetines, haciendo un homenaje a las lavanderas del lugar, en el que había un pequeño relato escondido en su interior que reforzaba las ideas expuestas durante la narración. Asimismo, invitó al público a leer la placa conmemorativa que el Ayuntamiento y el Festival han colocado en el lugar.

Esta función fue la primera de un conjunto de actuaciones que se repetirá a lo largo de todo el Festival, haciendo visible esa parte de la sociedad que hasta hace pocos años estaba limitada al hogar y la crianza de los hijos.

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